Tag Archive | Borracheras

Presunción humanoide

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He renunciado a ti
como lo hace el mendigo
ante el juguete caro
que llevaría a su hijo
En la voz de José José

Cayó con el traje puesto y las decepciones necesarias para fijar la mirada en lo que ocurre al otro lado de sus anteojos negros.
Una mirada de alguien o algo más, unos ojos adjudicados y pintados sobre esa placa blanca y humanoide que un hacedor, humanoide también, le otorgó sin propósito alguno: como los pájaros apostados en los cables de la ciudad.
Sin la solución del sueño ni la discontinuidad de los mortales brotan los días y las noches y no pasa nada pese a que digan que ha pasado todo: como el sarampión (¡Oh pequeño sarampión/ a nadie matas/ a todos enfermas!).
Bien lo dijo un transeúnte borracho que le conversó una tarde húmeda:
– No me ha pasado una mierda pero mire cómo estoy de vuelto mierda.

Y, si los demás murieron por haber nacido sin vivir, él adolece de eternidad reciclable; alguna vez, en muchos años, flotará por el mar y verá discurrir a los peces que también respiran para morir. Quedará atrapado, junto a delfines y tortugas, en una inmensa red de plástico y será parte del golfo de una isla de basura y flotará hasta un postrer incendio, cuando el resto del planeta también sea tragado por las llamas: como las llamas  engulleron a La Paz y Puno y luego mugieron imitando a vacas viejas.

Fue enviado como cirujano o paciente y, en ambos caso, padece la resaca de no tener resaca ni un solo recuerdo que recrudezca su un asomo de desdicha. Porque, salvo por el Asperger vinculado a su irrefrenable deseo de masturbarse, no hay más afección.
Los que esperaron a Godot tuvieron la certeza de que algún día iban a morir pero él no ha nacido y no perecerá.
Cuando ya esté calcinado junto a todo el planeta, su espera continuará aunque sus formas hayan pasado por dispares metamorfosis, transformando a su espera en algo limítrofe con la nada sin ser nada o no ser nada.

Järabemaestro

La popular bebida alemana Jägermeister encuentra su equivalente en los barrios centrales de Bogotá, en donde a falta de venados para preparar el «chorro», se le agregan hierbas típicas de la región que hasta a Hitler harían bailar la macarena.   Popular entre los punks y skinheads de la ciudad, que la acompañan con tragos de Eduardo Parcero, es especial para incitar a los mosh pit  y las carreras de escape cuando llega la  poli. Algunos catadores de porquerías pronostican que el Järabemaestro desbancará el célebre Ron Jamaica, debido a su precio y sus efectos especiales.  Se instalará entonces el régimen Jäger de los Headhunters que tomarán las calles como genios reventados que se traicionan unos a otros desde el anonimato de los desadaptados. Uno que otro muchacho ebrio se lanzará desde la Torre Colpatria y en su vuelo vomitará todo el contenido del  Järabemaestro. En el suelo quedarán sus restos de borrachera, lo barrerán para dejar espacio enseguida a otro muchacho ebrio que repite su acto. ¡Muchachos de risa loca!

Diseño de Andrés Mauricio Amezquita

Diseño de Andrés Mauricio Amezquita

 

El cementerio de los elefantes o una paceña borrachera

cementerio de elefantes S.B.G

Cabecear como un loro enjaulado, ya sea de la borrachera o la depresión: Eso es lo que provoca «El cementerio de los elefantes». Esta película boliviana, dirigida y escrita por Tonchy Antezana, puede  ser asimilada como el retrato de esos extraños lugares donde los alcohólicos más honorables deciden acabar con sus días encerrados en un cuartucho, también puede ser un homenaje al escritor Víctor Hugo Viscarra, ese elefante que no murió en el cementerio pero que sí lo entrevió por las rendijas de su decepción:

David Millar: El ciclista de la oscuridad

David Millar fue un exitoso ciclista que ganó un campeonato del mundo usando EPO. Él dice que pedaleó en la oscuridad porque se dopó. Fue descubierto y se dedicó a embriagarse   Su hermana fue a buscarlo después de ocho meses de borrachera y de que Lance Armstrong la llamara a decirle que David estaba destrozado. Después de eso, Millar volvió al ciclismo profesional y escribió  un libro en el que narra su historia («Pedaleando en la oscuridad)». Aparece un mundo de jeringas, masajes y  transfusiones que han convertido a los ciclistas en superhombres que demuestran que la medicina puede tener hazañas más bellas que un trasero levantado, un par de tetas, o unos labios carnudos.

Jaime Sáenz, tan vivo y tan muerto

Jaime Sáenz no sólo escribió «Felipe Delgado», una de las novelas más influyentes del siglo XX en Bolivia, también elaboró cuentos, poemas, dibujos (entre los que se destacan las calaveras y los autorretratos) y se emborrachó hasta olvidar el vértigo de haber nacido. A continuación traemos dos vídeos en los que Sáenz lee textos de su autoría, otro con un fragmento de su sepelio en 1986 en La Paz, y, finalmente, una muestra de sus dibujos:

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