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Diario del tour de Francia sin estar en Francia ni con los ganadores. Día 13

Antes de la ventaja que tomó Kwiatowsky en el ascenso a Grand Colombier, Harold Tejada estaba en la escapada y la distancia con el pelotón donde estaban los favoritos no cedía. En Astana hubo un prurito de ilusión -que ya se evidenciará en los documentales para Netflix: parece que los equipos corren más para aportar a las tensiones dramáticas de esa serie que para el propio tour; es más,  el tour es la producción en bruto de material audiovisual que luego se editará para hacer un documental para Netflix- dilapidada con el ataque del polaco, perteneciente a esa generación de hombres jóvenes que fueron desterrados pronto de la élite del ciclismo.

Fedorov ya estaba lejos y quizá no se haya aferrado a algo fugaz que le hubiere prodigado un consuelo. Sin embargo, llegó a la meta por delante del último de la clasificación, que sigue siendo Michael Mørkøv. La ventaja que tiene el kazajo sobre el danés es de ocho minutos, lo cual implica que se ha ampliado la brecha y que Dinamarca tiene su bandera colocada en el primer y último lugar de la competencia.

En estos momentos, es más apretada la competencia para dilucidar quién es el primero en la clasificación general que la lucha por no ocupar el último lugar (¿u ocuparlo con el afán de alguna posteridad, sin que nadie haga hincapié en esa trampa que consiste en deliberadamente perder la mayor cantidad de tiempo posible?). Es posible que la bandera de Dinamarca deje de estar en alguno de los extremos de la clasificación general, o en ambos, cuando termine este tríptico el domingo.

Caleb Ewan, el afamado embalador australiano que ayer llegó de último en la etapa, hoy se retiró, al igual que el británico Ben Turner. Tanto Fedorov como  Mørkøv han subido dos posiciones:  todos los ciclistas del pelotón, salvo el primero y los que están por encima del retirado, ascienden en sus casillas.

El último que llegó hoy a la meta fue Frederik Frison, del Lotto Dstny,  a veintiocho minutos y medio de Kwiatowsky. El equipo de este ciclista, además de haber perdido a Ewan y ocupar el último lugar del día, también aportó al penúltimo del día; ambos esperaban ayudar al australiano y no pudieron.

¡Que vivan los últimos!, dijo Esfera Nelso, aunque algunos incurran en la indecencia de ser después los primeros.

Diario del tour de Francia sin estar en Francia ni con los ganadores. Día 12

Fedorov se acerca al último puesto en la general, aunque haya subido un lugar porque su compañero de equipo, David de la Cruz, se retiró de la competencia a causa de una caída en la etapa de hoy. Astana, que hace poco menos de una década parecía el único equipo que podía desquiciar una Gran Vuelta – como ocurrió con el ya retirado Aru y su ataque al ya retirado Doumolin en la penúltima etapa de la Vuelta a España 2015, en La Morcuera, gracias a una emboscada en la que participó el entonces prometedor Landa, o con la recuperación milagrosa del ya retirado Nibali, cuando le birló, también el penúltimo día, en 2016, la camiseta rosa a Esteban Chaves en el Giro de Italia-, semeja una escuadra asustadiza, apegada a sobrevivir; ha perdido ya a L.L Sánchez, De la Cruz y Cavendish y quizá cifre sus últimas esperanzas en ganar una etapa de alta montaña con Harold Tejada.

O su última esperanza es que ocupe el último lugar en la general uno de sus miembros porque ni siquiera en la clasificación por equipos ocupa un lugar destacado: Astana cruza las llanuras de la mediocridad, tan nuestras, tan cotidianas y cercanas que las obviamos y despreciamos para así detestarnos sin necesidad de incurrir en lamentos o melodramas: es mejor despreciar en el otro aquello que no es más que un gesto repetido de nosotros.

Durante los días que Fedorov cupó el último lugar,forjó en mí el impulso de atender a su posición en la carrera respectiva. Puede que mañana empiece su retorno al último lugar, aunque Mørkøv parece establizarse y su carácter grisácelo, el del danés, pueda dotarlo de mayor medianía cuando yo tome más distancia de este show. Vienen los días de total desorientación en el llamado tríptico de Los Alpes. En esas jornadas sobrará la palabra por la que deberían cobrarle a cada cronista de ciclismo cada vez que la escriba (épica); se perderán los últimos en un mayor anonimato y en el cansancio.

Quizá mañana empiecen a pulular las descalificaciones por llegar fuera del límite o surjan enfermedades por el calor y los esfuerzos -a diferencia de Italia, el Covid no existe y nadie se ha retirado por el virus que prometió el final de la humanidad y, como un ciclista de media tabla que ya no sabe discernir su función, se hundió en la cotidianidad-, o haya más caídas o abdicaciones. Espero que Fedorov no sea el que se retire; es lejano el tiempo donde Astana y Vinokurov parecían integrar una banda de muchachos rudos: todo envejece: la galanura, la inteligencia y hasta la rudeza y todo deviene en esa ternura pueril connatural al envejecimiento.

En la etapa de hoy llegó en el último lugar un hombre que padeció toda la carrera y que probablemente no alcance a competir en la próxima jornada hecha para los embalajes: Caleb Ewan.

Diario del tour de Francia sin estar en Francia ni con los ganadores. Día 8

Yevgeniy Fedorov ha subido dos puestos en la clasificación general pero continúa ocupando el último. Su ascenso se debe a los retiros de Steff Cras y Mark Cavendish. El británico se fue y esta ha sido la noticia más repetida hoy en el tour; la empresa de superar el récord de Merckx se posterga y es posible que sea la renuncia definitiva del avieso embalador, subió a un automóvil y se retiró de la carretera no sin antes quedar rodeado de periodistas que buscaron algún rictus para llenar del consabido dramatismo a la etapa.

El ciclismo, además de «épica», se alimenta de dolor e instala a sus competidores como unos mártires… sus cuerpos, escuálidos -cuando no son embaladores: estos parecen deportistas de otro espectáculo-, refuerza esa imagen de santones que contrasta con el desenfado juvenil de un muchacho como Pogacar. Ojala su corazón no falle pronto y anuncie un retiro repentino de la alta competencia.

Si Fedorov ayer estaba hermoso, hoy se ha embellecido más aún. Forma parte de Astana, la escuadra kazaja que le jugó todo a un triunfo de etapa de Cavendish – para que así quedara su nombre inscrito en uno de esos récords que se repetirían en las transmisiones futuras de carreras en donde no pase nada y se recuerde al embalador británico junto a nombres como Cipolini, Zabel o Abdoujaparov- y ahora está a la deriva. Algún grandilocuente comparará a este equipo con una de esas embarcaciones que ensalzan para recordar a los que llegaron a América hace siglos: una enorme masa, sometida a la calma chicha, que se extravía en la quietud del océano y sus tripulantes mueren de sed rodeados de agua intomable.

Fedorov está sediento y desorientado. Hoy la brecha entre los dos últimos de la general se ha abierto aún más. Yevgeniy está a doce minutos y diecinueve segundos del penúltimo, Moscon, su compañero de equipo. Hoy el último de la etapa fue Axel Zingle, a más de dieciocho minutos de Pedersen, el ganador de un día donde el equipo de Vingegaard aportó para que hubiera una alta velocidad ¿nerviosismo? Sólo mañana se sabrá si este fue el prólogo de la debacle de uno de los primeros o si esperamos a que paso algo pese a que nada pase en Puy de Dome.