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Ojos carniceros. Artaud, Ligabue y Van Gogh nos miran

 

 

“Pintado por el Van Gogh extralúcido, esa cara de carnicero pelirrojo que nos inspecciona y vigila; que nos escruta con mirada torva.”

              Antonin Artaud

 

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1.Primer parasitismo

Parasitar al infinito:

-Satisfacerse sólo con el infinito, pues hay suficiente infinito sobre la tierra y en las esferas como para saciar a miles de genios- escribe Artaud y recuerda su mirada, ahora escrita, que cae sobre ese rostro de sí mismo que diseccionó Van Gogh y cuyas huellas sangrientas vertió en una tela.

Parasitarlo, como lo hizo Antonin con Van Gogh:

-Una lenta pesadilla genésica poco a poco elucidada- Escribe Antonin: elude la versificación y el poema para llegar a una poesía que sobrepase al arte.

2. El acontecimiento

El teatro de Artaud ocurre en las noches de Vincent:

-¿Cómo es posible que el teatro, al menos, tal como lo conocemos en Europa, o mejor dicho en Occidente, haya relegado a último término todo lo específicamente teatral, es decir todo aquello que no puede expresarse con palabras, o si se quiere todo aquello que no cabe en el diálogo, y aun el diálogo como posibilidad de sonorización en escena, y las exigencias de esa sonorización?- escribe.

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Ni las palabras ni la imagen: un acontecimiento y el sonido donde naufragan los diálogos.

3.Poesía

El teatro despanzurra al poema: sangra poesía:

-Ese lenguaje concreto, destinado a los sentidos, e independiente de la palabra, debe satisfacer todos los sentidos; que hay una poesía de los sentidos como hay una poesía del lenguaje, y que ese lenguaje físico y concreto no es verdaderamente teatral sino en cuanto expresa pensamientos que escapan al domino del lenguaje hablado- Escribe Antonin Artaud.

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Los pensamientos, sin encorsetarse en el verbo, convocan a un origen que linda con el silencio.

El silencio primario: una sucesión de ruidos uterinos, la digestión de nuestras madres y el chasquido de las tripas que nos alojaron: que parasitamos.

4. Segundo parasitismo

Parasitar a los restos de infinito y congregar al amor:

-Dejemos a los escribientes la crítica de los textos, a los estetas la crítica de las formas, y reconozcamos que lo que se ha dicho ya no se dice más y que una expresión no vale dos veces, no vive dos veces, que toda palabra pronunciada está muerta y que sólo la obra en el momento en que se la pronuncia, que una forma ya empleada no sirve más y que sólo invita a encontrar otra, y que el teatro es el único lugar del mundo en el que un gesto hecho no se hace dos veces. – escribe Antonin.

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El cuerpo humano parasita a las palabras; es una pieza más de la poesía que rebalsa cualquier inervación.

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En la escena, cada objeto pare a la poesía del espectáculo.

5. Del teatro nace el mundo

El teatro decae cuando carece de peligro.

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El peligro nace cuando se rompe el cordón umbilical entre las palabras y las cosas:

– Se presume que una hermosa mujer tiene una voz armoniosa; si desde que el mundo es mundo las mujeres hermosas nos hubieran llamado con trompetazos y nos hubieran saludado con bramidos hubiésemos asociado para siempre la idea de bramido a la idea de mujer hermosa, y una parte interna del mundo se hubiera transformado así radicalmente- escribe Antonin.

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Sin el verbo, adherido y parasitado por una idea, quedan el espacio y los sonidos en la escena:

-La aparición repentina de un ser fabricado, de trapo y madera, inventado enteramente, que no correspondiese a nada, y sin embargo perturbador por naturaleza, capaz de devolver a la escena un pequeño soplo de ese gran miedo metafísico que es raíz de todo el teatro antiguo-.

6. Extrañar y extrañarse

Los seres fabricados no son los muñecos de trapo que aparecen en el escenario; los segundos están en el espectáculo, los primeros persisten en un teatro que sobrepasa a la puesta en escena: seres extraños, sin forma que evoque alguna otra de la naturaleza, como la de los primeros automóviles o los barcos.

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Los seres sin una forma semejante a la naturaleza arcana, la expanden.

De la expansión de la naturaleza brotan los monstruos.

En Arizona los coyotes aúllan como arañas.

 

7. Pinturas como expansiones naturales

Los fuegos solares de las pinturas de Vincent Van Gogh expanden a la naturaleza e incendian los ojos de Antonin Artaud.

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Los ataques de las arañas (aulladoras como las de Arizona) contra los tigres, ensangrientan los ojos del que los ve en cuadros de Ligabue: un flujo de vida estalla con la expansión de la naturaleza:

 

8. Sonidos de la crueldad

En los ataques de seres emanados de la extensión de la vida, los cuerpos se entrelazan y hacen jeroglíficos.

A cada jeroglífico le brota sonido que encanta como el aire del pungi a las cobras:

-No es porque les transmita nociones espirituales, sino porque las serpientes son largas, porque se enroscan sobre la tierra, porque sus cuerpos se tocan casi en su totalidad a la tierra, y las vibraciones musicales que se comunican llegan a sus cuerpos como un masaje sutil y prolongado.

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La serpiente que estrangula al tigre, ausculta el ritmo de la vida que, al extinguirse, se expande: se escapa por la boca con forma de vagina del felino: el aullido desde la cavidad que nos expulsó del cuerpo que parasitamos:

-Soy un cuerpo y no un espíritu-escribe Artaud en Rodez.

 

9. Ruidos corporales

El cuerpo abandona la interconexión de sus órganos cuando se extiende su naturaleza.

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Un cuerpo sin palabras es poesía atorada de ruidos.

Los ruidos del cuerpo retumban como los colores de Vincent o los gallos de vuelos transatlánticos de Ligabue.

De los ruidos germinan los versos de Teresa de Jesús, que envejecerán apenas salgan de esa boca con forma de vulva dentada que tiene el tigre moribundo de Ligabue:

-Vivo sin vivir en mí

y tan alta vida espero

que muero porque no muero

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Lo inefable como la última confesión del gesto.

 

10. Ojos carniceros

Van Gogh, Ligabue y Artaud viven por vivir en ellos y mueren por morir en sí.

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Los ojos carniceros despresan cuerpos.

Mana la vida como sangre y cae sobre el polvo seco donde las arañas aúllan: la Gran Carnicera amasa la mezcla y sopla: surge un virus como extensión de la vida.

Un texto surrealista de Antonin Artaud

artaud

Antonin Artaud rompió con el surrealismo porque no estuvo de acuerdo con el santo patrón del movimiento, el señor Andrés Breton;  el resquebrajamiento ocurrió en 1927, cuando Antonin escribió un texto en el que se declaraba más cercano a la revolución social a la que ya se habían alineado Éluard y Aragon. Su trabajo con el surrealismo fue muy activo y en 1925 fue el director de la «Central Surrealista». Les presentamos un texto escrito por Artaud cuando aún pertenecía a este movimiento que buscó cambiar el arte y la vida:

Texto surrealista

El mundo físico está aún allí. Es el parapeto del yo que mira, sobre el que un pez de color ocre rojizo ha quedado, un pez hecho de aire seco, de un coágulo de agua remansada.

Pero algo ha ocurrido de repente.

Ha nacido una arborescencia rompediza, con reflejos de frentes, raídos, y algo así como un ombligo perfecto, aunque vago y que tenía color de sangre aguada y por delante era una granada que también derramaba sangre aguada, que derramaba sangre cuyos hilillos colgaban; en esos hilillos, círculos de senos trazados en la sangre del cerebro.

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Pinturas y dibujos hechos por escritores

Hay escritores que pintan con la intención de hacer arte. Otros garabatean. Algunos tienen la suerte de ser reconocidos más como pintores que como autores de libros (es el caso de Dalí), otros que tienen reputación en ambos sectores (como Blake) y otros tantos son más conocidos en un tercer arte (como Passolini con el cine); la mayoría perpetra garabatos que, con suerte, se constituyen en piezas de museo, alimentando la curiosidad de sus seguidores y abriendo nuevas posibilidades de lectura de sus poemas o narraciones.