Aunque lo más probable es que un niño en La Coruña del año 1982 estuviera más interesado en el Mundial de Futbol que se disputó ese año en España, y los nombres de Sócrates y Maradona le resultaran más atractivos que los apellidos Einstein-Rosen, en este mundo alternativo, Teo y Oscar además de tener el gusto natural por la pelota están obsesionados con la teoría de los viajes en el Tiempo y los agujeros de gusano.
Corto de ciencia ficción realizado por Olga Osorio.
¿Les gustó la película “Interestelar”?
¿Y si les dijera que un escritor Colombiano escribió algo similar hace más de 40 años?
GLITZA NUESTRO INTERSTELAR.
1- Einstein, genes y Glitza.
Glitza es un cuento de ciencia ficción del escritor colombiano Antonio Mora Vélez que narra la historia de un amor imposible, entre un astronauta Vernon Koste y la doctora en genética Glitza, que tras prometerse se ven intempestivamente separados puesto que al joven astronauta lo envían a una misión de reconocimiento en una nave con velocidad próxima a la luz, hacia el planeta verde de Alpha Centauri
Francesco Vitola Rognini nos trae una serie de artículos que versan sobre libros, películas o videojuegos. Estos están articulados al proyecto Vademécum (investigaciones sobre literatura y ciencias sociales) que desarrollará de aquí al 2025. Las reseñas estarán agrupadas bajo el título “Entre líneas”.
Adam Frankenstein, la criatura despreciada *
Victor Frankenstein era un hijo de puta, un científico loco que lo perdió todo por perseguir quimeras que lo enredaron en las trampas del ego: jugando a ser Dios creó a Adam, el primero en su especie, en un siniestro monstruo de 2.4 metros de altura.
Con la incursión de la criatura en el mundo de la Universal —Frankenstein, La novia de Frankenstein— la historia sufrirá múltiples modificaciones. La tragedia romántica ambientada en ambientes góticos, en la que un gigante de buen corazón busca un lugar en el mundo, será tergiversada por guionistas que preferirán mostrar solo la faceta del monstruo. Del tono melancólico de la novela, de su lectura hipnótica —como el sonido de un bote a remo que se desliza sobre un río de aguas calmas cubiertas de niebla espesa, en una noche sin luna— quedará poco. En la obra original es un crescendo continuo de giros dramáticos que se sobreponen como capas. Las versiones cinematográficas se desvían del argumento de la novela desde el momento en que la criatura es dotada de vida por medio de una <<chispa de electricidad>> generada por electrochoques —presumiblemente recurriendo a dínamos, siguiendo los postulados de Luigi Galvani y Giovanni Aldini— lo que en nada se asemeja a las tormentas eléctricas mitificadas por Hollywood: <<With an anxiety that almost amounted to agony, I collected the instruments of life around me, that I might infuse a spark of being into the lifeless thing that lay at my feet>> (P. 34-35). No hay un grito victorioso, el equivalente al <<Eureka>> de Arquímedes de Siracusa. El famoso <<It´s alive>> acompañado de la rica maniaca,nunca existió. La formación literaria de Mary Shelley —hija del filósofo político William Godwin y de Mary Wollstonecraft, filósofa pionera del feminismo— y las formas propias de su época, le impedirían cometer tal exabrupto: <<It was already one in the morning; the rain pattered dismally against the panes, and my candle was nearly burnt out, when, by the glimmer of the half-extinguished light, I saw the dull yellow eye of the creature open; it breath hard, and a convulsive motion agitated it limbs>> (P.35). Es tal el asco que le produce su creación, que el científico, ensimismado, se retira a su habitación, donde deambulará hasta el agotamiento como un enfermo al borde del paroxismo. No hay goce alguno en la primera impresión de su creación: <<His yellow skin scarcely covered the work of muscles and arteries beneath; his teeth of pearly whiteness; but these luxuriances only formed a more horrid contrast with the watery eyes, that seem almost of the same color as the dun-white sockets in which they were set, his shriveled complexion and straight black lips>> (P. 35). El doctor se va a dormir para olvidar los horrores nacidos de sus maquinaciones, y la criatura —que será nombrada en adelante con los peores epítetos— es dejada en la camilla del laboratorio, para que despierte a la vida como quien despierta de la anestesia. Horas después, el despojo humano logra familiarizarse con su nuevo cuerpo, escapa del laboratorio y va en busca de su creador. Ante la presencia del ser descomunal asomado por la ventana, Víctor Frankenstein despierta de una pesadilla en la que primero abrazaba el cadáver de su difunta madre, y que luego trasmuta en el cadáver de su futura esposa. Al científico le falta poco para saltar por la ventana, tras el encuentro escapará despavorido: <<[…] I beheld the wretch, —the miserable monster whom I had created. He held up the curtain of the bed; and his eyes, if eyes they may be called, were fixed on me. His jaw opened, and he muttered some inarticulate sounds, while a grin wrinkled his cheeks>> (P. 35). El asco y terror que siente Frankenstein llevan al lector a preguntarse ¿quién es el verdadero monstruo? ¿El padre que abandona al hijo por su grotesca apariencia, o la criatura que se extravía sin guía en un mundo hostil, y cuyo único deseo es ser amado?
Aquí comenzará un juego del gato y el ratón que se extenderá a lo largo del libro.
Otras tergiversaciones evidentes son, por ejemplo, que la criatura no tenía la cabeza chata, ni pernos en el cuello, Mel Brooks parodia esto al implantarle una cremallera en la garganta al Joven Frankenstein. Respecto a sus cualidades físicas, estamos frente al primer villano sobrenatural de la literatura moderna, razón por la que sería imposible que una turba furibunda lo capturase, por muy cinematográfico que eso resulte. Así describe Víctor Frankenstein la agilidad de la criatura cuando se reencuentran, tras meses de separación: <<As I said this, I suddenly beheld the figure of a man, at some distance advancing towards me with superhuman speed. He bounded over the crevices in the ice, among which I had walked with caution; his stature, also, as he approached, seemed to exceed that of a man>> (P. 68).
A estas alturas del relato el monstruo conversa con su creador en francés fluido, ha estudiado repetidamente los tres libros que ha sustraído de una cabaña: El Paraíso perdido de John Milton, Las Vidas de Plutarco y Las penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe. Esta conversación entre criatura y creador —monólogo en el que Adam se desahoga— conforma el nudo de la novela y ocupa ocho capítulos, que desmienten, entre otras cosas, el mito del energúmeno monosilábico, y demuestran que la criatura posee abrumadoras facultades intelectuales y una sofisticada capacidad de persuasión. Luego de la que Adam convenciera a Víctor de crearle una novia, única condición que le impone para dejar de atormentarlo —ya le ha arrebatado dos seres queridos— vuelven a separarse. Pero más adelante, en un remoto paraje de Escocia al que ha ido a crear la novia, Víctor se siente incapaz de reanimar otro despojo humano, lo que desencadena la furia de Adam, que lo amenaza con vehemencia: <<I will be with you on your wedding-night>> (p. 123).
El abandono, el desarraigo, el desprecio, van empujando a la criatura a los límites geográficos, a los Alpes primero, y al Polo Norte, al final de la obra. En la misma medida que Víctor Frankenstein sufre colapsos nerviosos que lo postran cada vez que se enfrenta a la realidad de su creación, la criatura va asilvestrándose, perdiendo su humanidad a medida que se expone a los parajes agrestes y se aleja de los centros urbanos. En el mundo natural se encuentra a gusto, es una criatura libre que se alimenta de bayas, duerme en cavernas, soporta bajas temperaturas sin problema. El Beatus ille, tema que desarrollará años después Henry David Thoreau en Walden; o vida en el bosque (1854), pudo haber sido también el destino de Adam, el gigante vegetariano, el buen salvaje, pero ganó el deseo de obtener justicia. Su creador, al traerlo a un mundo en el que estaba condenado a la soledad, estaba en deuda, pero en cambio volvió a darle la espalda. ¿Se puede recriminar a quien busca justicia?
Aunque la novela suele definirse como pionera en el género de la ciencia ficción, contiene elementos que la emparentan con otros géneros literarios, al teatro en particular. Quizás por ello la adaptación que más se apega a la obra original es la reciente puesta en escena dirigida por Danny Boyle, en la que se acompaña a Adam en el proceso de descubrir el mundo de sensaciones, su evolución intelectual, así como por su capacidad de mostrar los matices del monstruo de espíritu elevado y movido por grande pasiones.
Usamos para este análisis una copia de la tercera edición publicada en 1831 por Colburn and Bentley, editorial londinense, reproducida por Dover Editions, Nueva York, 1994.
Este nuevo texto que nos obsequia el maestro Luis Bolaños, puede considerarse una «actualización», o una «re-lectura» (a partir de la contingencia de la pandemia) de un texto que 10 años atrás el autor impartió a manera de conferencia en la extinta Escuelab, Lima. El texto se puede leer en el antiguo blog JournalMalediction: CF y Paradigma del Siglo XXI: Tecnología, ecología y sociedad
Lo primero que diré apunta a que las acciones que realizamos en nuestra vida con frecuencia quedan vibrando como atrapadas en su importancia y continúan creando nuevas posibilidades de interpretación por eones, pero como cada ser humano posee similar poder, brota como apotegma de ese entrecruzamiento múltiple de todos contra todos una imagen: serán escuchadas y sobrevivirán en nuestra mente aquellas vibraciones convergentes preñadas de piedad, empatía y belleza.
El resultado se decodifica a la luz de los momentos que han llevado a él a través del oscuro túnel de la comprensión (somos lámparas de oscuridad en un océano luminoso), interesa entonces conocer donde se realizan los cortes para la observación y la acumulación de información. Este momento, cuando redacto el artículo, es uno de esos cortes. Cuando ustedes lo lean será otro.
Les hablaré de una de esas ocasiones, en que quedamos vibrando, recordándoles que siempre cada día es irrepetible, único, y nosotros también lo somos, por eso el día que estamos viviendo se transforma en el momento cumbre de nuestra existencia y para que sea así requerimos de inteligencia, creatividad, alegría y memoria. Lo mejor sería que cada uno de nuestros días fuera inolvidable, pero sospecho que la intensidad terminaría por consumirnos.
Para mi uno de esos días increíbles fue exponer sobre ciencia ficción en Escuelab el 2 de setiembre del 2010, donde asistí gracias a la invitación de mi amigo Luis Cermeño, todo lo cual me permite diez años después, reflexionar y sentir como si hubiera transcurrido un siglo, ya que la sociedad es cada vez más veloz pero al mismo tiempo más variada y compartida, y en el terreno de la CF gozamos de una creatividad inmensa, además ese día acoge un significado especial, porque charlas podré exponer muchas, pero que me acompañe Ana María, la compañera de mi vida, pocas. Y ese día estuvo allí conmigo y lo mejor fue que le gustó la charla; para los que deseen acceder a un segmento de la misma les dejo un link:
Ese paradigma del siglo XXI que anunciaba allí se está convirtiendo en opción real, ya que desde la ciencia llegan nuevos aportes que lo consolidan y desde lo cotidiano una manera distinta de observar el universo; sin embargo, subsiste el temor que ante el crepúsculo esencial del sistema y el drenaje de su vitalidad:
la tasa de ganancia se mantiene en caída libre apenas alimentada por la exacción de los recursos naturales, en lo fundamental de la periferia y el sometimiento de los trabajadores a la desregulación laboral (sobre todo aprovechando ahora la pandemia del Covid19),
y es así como la corporatocracia agonizante promueva amparada en sus alucinaciones irracionales, un intento exasperado por preservarse mediante la financiarización económica, la ¿criogenización financiera? o “zombificación de la economía” como anuncian, entre otros, Max Keiser en su programa de tv en Rusia Today (martes, juevesy sábado)
con emisiones de billetes por millardos (o trimillonarias impresiones) entregadas a las grandes empresas que se compran sus propias acciones con lo cual logran que vayan subiendo el precio aunque se encuentren camino a la banca rota, como ocurre con las empresas aéreas, para eso se crean empresas especiales dedicadas a extraer dinero de la gente que menos tiene (como Robin Hood a la inversa);
y también que USA opte por guerras sucesivas en una típica táctica de “tierra arrasada”, al agotarse su ciclo se agravan sus delirios, bastante protuberante en el discurso de uno de sus más fieros representantes: Donald Trump.
Vuelve a Mil Inviernos, la joya secreta de la ciencia ficción colombiana, Luis Antonio Bolaños: en esta ocasión nos presenta OTRA VIÑETA DEL IMPERIO DECADENTE, serie de la que hemos publicados otros relatos, igualmente que de alguno de la Periferia del Imperio.
Aporofobia y Desiderátum
Por Luis Antonio Bolaños de la Cruz
tomado de reddit
Otra viñeta sobre el Imperio Decadente
Soy Maggiori, un ex-soldado imperial y ahora homeless repleto de prótesis, injertos crecedores y discos de tejidos reparadores, deambulando por los pasadizos que conectan un nivel de la megaciudad de Mogul con otros, empujado cada vez más abajo por los “demoledores” de las omnipresentes cohortes de seguridad, siempre altaneras, ríspidas y discriminadoras:
Me mezclo en las multitudes de comensales (referidos a aquellos pánfilos dedicados a la degustación y la alimentación pagada o gratuita que se trasladan con lentitud para ir probando cada plato ofrecido), viandantes (congruentes con los pazguatos que pasean y se mueven por el paisaje urbanita sin usar vehículos, aceras móviles, cintas veloces, puentes aéreos con o sin tobogán o discos antigrav), convidadores (babiecas dedicados a mirar como papanatas, siguiendo las indicaciones, anuncios y propagandas que titilan en paredes, cristaleras, semáforos o encrucijadas y que se trasladan según las programaciones e instrumentos de la central metropolitana).
Gracias a los segundos como, a los terceros me siento aún parte de la población y con los cuartos enarbolo un motivo para burlarme y percibir la trascendencia durante un momento, pero eso no dura cuando me tropiezo con los primeros porque empieza a doler y si lo machacan a uno, algo de la fisiología prestada dejará de funcionar, los mecanismos auxiliares se encontrarán entorpecidos por averías y correré riesgos insoslayables porque en el hospital ya me han declarado “atiborrado” o sea que me suspendieron cualquier intervención por excedente y porque el imperio ya gastó demasiado en recomponerme y no existe posibilidad alguna de que me regenere, cure o transite hacia alguna clase de operatividad bélica.
Me ubico detrás de un vejete delgado y vivaz, pero con la tendencia a quedarse inmóvil durante un rato mientras revisa bolsillos y pakeflots (bandejas antigrav para transporte liviano de objetos y compras) a su alrededor, por un lapso funciona a pesar de lo cual termino tropezando con su sandalia y de inmediato un “demoledor” me propina un par de collejas aturdidoras y dentro de su comportamiento habitual casi amables, igual se interpone en mi ruta desviándome hacia una larga voluta móvil que desemboca un par de niveles más abajo frente a la pared ciclópea de un bloque residencial temporal, manchada de bermellón, característica de la presencia de garets de Rafalamensioka, felinoides colectivistas o chijuloques de Mogh-Phofma, musteloides cazadores, especies humanoides cuyos orines concentrados disuelven cualquier sistema de evacuación de residuos estampando así su coloreada firma en la urbe.
Por contraste en los niveles superiores existen mecanismos deglutivos-transformadores de restos que desparraman figurillas diminutas que encarnan a los héroes citadinos por alamedas y pérgolas, tosca manera de discriminar segmentos de población mezclando procedimientos de propaganda bélica y reciclaje segmentado.
Son comunes a todos los niveles los Mallepiés (mallas múltiples constituidas por cabezas y brazos y otros artilugios extensibles o desplegables que se multiplican y replican merced a minifactorías robóticas que responden al entorno) de muy versátiles contornos dedicados a limpiar, embellecer, atender plantas y jardines, servicios de comida y los holomonsestáticos (variedad de dioramas que relatan historias cortas de distinto tipo, con frecuencia de exaltación bélica, que se encuentran diseminados por cualquier sitio), son permanentes (cada cual posee un CUF o Código de Ubicación Física al estilo del posicionamiento global), pero siendo los transmisores y vociferantes, aunque cercados con muros de ruido blanco, por lo cual pasas de uno a otro sin mezclar lo que oyes ni confundirte, ofrecen juegos de tres en línea, y debes quedarte envidando un rato para lograr hilar tres respuestas seguidas, y así recibir una recompensa que te entregan de inmediato, o sea Panem et circenses,
Lo cual no se aplicaba a los glocois, burbujas flotantes de rumbo aleatoria que cumplían similar función de exaltar los valores imperiales con lemas, imágenes, cifras, deslizándose fluidos y continuos por su superficie esferoidal, que se desperdigaban por doquier, aunque es más difícil que capten la atención de la gente -ya que no usan sonido-, convencida que vigilan y filman para pescar disidentes sospechosos
***
Maggiori recuerda Pelgoba, su planeta de origen, de enormes praderas y llanuras cultivables, donde los cereales crecían repletos de espigas y granos, el cielo brillaba magenta y las faenas eran fáciles y las jornadas no llegaban a agotarlos; y una tarde, aún adolescente, cuando se acercó a un “circo de diversiones gipsie” antiquísima manera de presentar espectáculos extraños que de alguna manera quedaron colgados de anzuelos culturales o extraviados en resquicios étnicos o provenientes de especies apenas humanoides que provocaban sensomociones e intensas pulsiones que intersectadas con intereses múltiples de los aburridos granjeros que visitaban les consentían a los gipsies llenar sus baúles de medios de cambio para adquirir combustibles y bastimentos que les permitían mantenerse en éxodo permanente.
Gypsy Vardos in Mythopoeia, photo by PJ Trenton
Investigue: Durante su uso los resultados que arrojaba la aplicación de la app-red -que nuestro CEPI o Centro de Estudios Planetarios Interconectados sustentaba- se fueron apiñando en un gráfico de rango alto, podía aceptar la manera como la app-red local lograba que un problema matemático de búsqueda de pareja, en apariencia complicado, se resolviera involucrando recursos de ecuanimidad mientras se recurría con equilibrio a las reglas de probabilidad más sofisticadas sin reticencias, además con ciertas derivaciones fácticas (los datos de la troupe), podía ser resuelto de forma semi-intuitiva si el problema se iba desplegando por palabras claves y se presentaban los avances mediante respuestas simples, con rangos que incluían formas y medidas, temperamento y preferencias sexuales y abrigado por un contexto casi tan natural como resultaba ser el circo de diversiones “gipsie” expandido en una pampa cerealera exótica, lo cual concedía fuerte concreción a mi fantasía.
Este texto surge a partir de la invitación de la Secretaría de Salud, del departamento de Casanare, gracias a la gestión de Alejandra Hernández y el departamento de sicología y salud mental, para el programa «Es tiempo de estar juntos» que se transmite en la fanpage de la institución.
Se me solicita dirigirme al público infantil y juvenil, de modo que aborde la lectura y escritura como una forma de vida válida, y la literatura de ciencia ficción como un hábito saludable para la vida mental.
De este modo, redacto un texto con el fin de indagar sobre los caminos que me llevaron a esta forma de vida relacionado con la lectura y escritura de este género, y creo un texto bastante personal en el que trato de indagar mi elección por el género, motivada por datos autobiográficos como las estancias en los hospitales infantiles, e influenciada por fenómenos globales como la llegada de Internet y el 11 de septiembre de 2001.
Agradezco la gestión de todos los que hicieron posible este espacio, especialmente a Alejandra Hernández, así como a Tato Rincón por abrirme generosamente el micrófono en su espacio radial de la mañana, y la entrevista que se hizo después de leer el texto para tratar de dar a conocer más la ciencia ficción en la región casanareña.
La lectura del texto y las preguntas en este enlace (con poca calidad de transmisión):
INTRUSOS ALIENÍGENAS.
¿Por qué escribir y leer ciencia ficción?
Estaba muy pequeño y enfermo y aburrido, cuando una enfermera me acercó una cesta de libros y me dijo:
-— escoja uno.
Había muchos que hoy yo no recuerdo pero también otro que sí conservo en mi memoria, pus de los pocos títulos que había allí se distinguía por lo evocativo de su título y las poderosas imágenes, que contrastaban mucho con mi situación, pues allí se encontraban piratas fortachones, feroces tigres y unos niños de mi edad, más afortunados, viviendo una realidad que para mí era como de un universo paralelo.
Se trataba de La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson.
Fue el libro que escogí y leí todo durante esa noche, cuando la fiebre apaciguaba y mis pulmones respondían mejor.
Desde entonces firmé un pacto secreto con aquellos niños del libro, jamás me abandonarían, y yo mejoraría y lucharía por mi vida pero me llevarían junto a ellos a esos paisajes que jamás había visitado y tendríamos muchas aventuras; estando yo a salvo, detrás de las páginas, me harían sentir lo que ellos sentían en ese momento, como por arte de magia, y yo tampoco los abandonaría en sus incursiones por las selvas negras a los que la curiosidad los arrojaba.
La curiosidad es esa puerta al otro mundo, o roca al otro mundo, como las
rocas que se abren y cierran durante las noches en la sabana de los llanos y se
llevan a los amantes o los fugitivos que encuentran en el verde infinito su
mejor resguardo. Los niños de los cuentos fueron creciendo como creciendo mi apetito por
más aventuras, nuevos paisajes, más desafíos, encerrado dentro de los libros,
pero yo no crecía físicamente, o por lo menos no de la misma forma de mis
compañeros que desarrollaban músculos, mejoraban en deportes y en competencias
para enfrentar lo que llaman el mundo.
Decía el escritor de la juventud, Friederich Nietzsche “tenemos el arte
para no morir de realidad” y si bien los
doctores me salvaron aquella noche asmática de morir de asfixia, la enfermera
que me ofreció el libro de Stevenson me salvó de morir de aburrimiento- como el
dicho-, pero “no morir de aburrimiento” significa
también no matar la mente, ni el mundo
de la curiosidad: con todos y los pactos
secretos que ocurren allí, mientras uno se encuentra en la dimensión paralela
de la fantasía, haciendo la magia posible, a través de un invento tan humilde,
sencillo y poco valorado como un “simple libro”.
Un libro nunca es algo simple, aunque su material parezca tan rústico, papel
y tinta, con palabras de nuestro propio idioma, en el mejor de los casos por
todos conocidas, crean una arquitectura única, porque allí bajo estos simples
elementos se genera la alquimia para conjurar grandes espíritus con la
capacidad de hablar a nuestras esperanzas, sueños y temores.
Decía el científico Carl Sagan, en el libro Cosmos:
Qué cosa tan asombrosa es un libro. Es un objeto plano, hecho de un árbol, con partes sobre las cuales están impresas un montón de graciosos garabatos oscuros. Pero una mirada a él y estás dentro de la mente de otra persona, tal vez alguien muerto por miles de años. A través de los milenios,
un autor está hablando claramente y silenciosamente dentro de tu cabeza, directamente a ti.
Escribir es quizás una de las grandes invenciones humanas, juntando gente que nunca se conoció entre sí, ciudadanos de distintas épocas. Los libros rompen los grilletes del tiempo. Un libro es la prueba de que los humanos son capaces de trabajar la magia.
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Volvamos al niño que quedó metido entre libros, acompañado por los personajes de los libros, los preferidos los que eran cercanos a su edad y por tanto sentían el mundo de una forma parecida a él, pero además con un gusto por la sabiduría de los viejos, que siempre tenían el pensamiento preciso para explicarte las cosas, de modo que la siguiente vez ya no la veías de la misma manera sino que ya tenías comprensión y por lo tanto, aspirabas, una mejor forma de aproximarte a cada evento de la vida.
En el encuentro semanal de Ficciorama (cuya identidad secreta se rumora es la del profesor Boris Greiff), titulado como ‘Charlas con Ficci’, evocando en los televidentes viejaguardia las memorables «charlas con Pacheco», se hizo una presentación más desde la experiencia propia y como quien formando parte de la escena va dando los trazos generales, sobre la ciencia ficción colombiana y sus figuras actuales.
Para darle un contexto algo más elaborado a nivel conceptual, que el que nosotros hacemos, Ficciorama escribe:
En 1959 Kingsley Amis publico New Maps of Hell, una revisión desde la mirada de un aficionado a la ciencia ficción, en la que da cuenta del panorama de este género en la lengua inglesa. En 1999 René Rebetez hizo lo suyo con la antología Contemporáneos del Porvenir y en 2017 Rodrigo Bastidas compila y edita Relojes que no marcan la misma hora, dando así un aporte al género. Esta se propone como una hoja de ruta desde lo que conozco como lector y conocimiento de causa.
Exploren esta hora de ciencia ficción colombiana con uno de sus representantes más activos desde su cuartel en Ficciorama.
Si existe un equivalente a Leonardo Da Vinci en el mundo de la ilustración es David Barrero: ahora se lanza a los mundos virtuales online de la mano de la programadora Valentina Duque y un perro que quiere que el mundo gire al revés para volver a nacer. Sobre el videojuego: Tema:Reiniciar el mundo
El mundo está colapsado y un humano y un perro llamado Kairos que viven en el espacio tienen el poder de devolver el tiempo para regresar el mundo a un estado de paz y armonía. Para ello Kairos sera enviado a este planeta, al recorrerlo juntara la cantidad de tiempo necesaria para recuperar el mundo. Sin embargo, en su viaje deberá ser cuidadoso esquivando radiación y ratas que pueden herirlo.
Sobre los desarrolladores
Este juego fue desarrollado por dos amateurs sin una educación formal en el desarrollo de videojuegos. Somos aficionados aprendiendo gracias a recursos gratuitos en Internet y el amor por los videojuegos.
La colección Textos Liberados, de Seshat Editorial, pone a la disposición de los lectores internautas la novela «Aniquila las estrellas por mí» de Andrés Felipe Escovar (editor de Mil Inviernos) y de esa forma se lanza al ruedo de la liberación de la cultura teniendo como arma las sagradas escrituras.
Imagen de portada: Anbilli, Andrés Beltrán
Les dejo aquí el link de descarga gratuita de novela:
Como esta versión adolece de las palabras preliminares que hice para el libro impreso, las lanzo también como un par de dados a un tablero de parqués en donde los conglomerados con sus estrategias legalistas se comen a las fichas que se atreven a moverse en el creative commons para encerrarlas en sus rombos melancólicos.
PALABRAS PRELIMINARES A ANIQUILA LAS ESTRELLAS POR MÍ.
Todo lo que hacemos los humanos es humano, esa es la conclusión de J. Pedraza de las palabras malvadas de la enana Mireya; yendo más allá, piensa, incluso la caca es humana; incluso, pienso, los libros que escribimos los humanos son tan humanos como la caca. En esta aceptación, cuando hay humildad y nobleza, existe una liberación feliz en la que se deviene extraterrestre; como la sonrisa de un abuelo desmueletado incapaz de renegar el resultado final del arrasamiento de una cosecha por culpa de una helada cósmica. Y solo desde la profunda tristeza que nos exhorta esas estrellas adheridas al firmamento —como las garrapatas al cuero de una vaca muerta—, que nos impulsa tanto como a querer morir como a acometer una empresa de destrucción galáctica, se abre un Universo de improbabilidades solo posibles a través de las palabras que juegan —encerradas en la carpa del circo escrito— a que el juego se acabó y es hora de la rendición de cuentas final ante un tribunal Panafrosoviético. Lleno de personajes entrañables —de tripas corazón, en donde el corazón es una vida de mierda y las tripas son un corazón vencido de grasa y dolor—, escenas tan fantásticas como el deseo de no querer levantarse más y exiliarse al final del infinito; y versos que salen culposos como la consciencia de estar viviendo; Aniquila las Estrellas Por Mí, es el deseo de Andrés Felipe Escovar, de comprender y ser comprendido por su propio país. Mismo deseo que compartiera años atrás el poeta Afrosoviético, Vladimir Maiakovski, expresado con la misma actitud fiera de si acaso fracasara en el intento, quedará la dicha de instalar el fresco vaho de una lluvia oblicua que pasa sobre una tierra natal que es la de una nueva forma escrita.
La visión del futuro del escritor es un megatón de ácido sulfúrico sobre la visión ingenua de quien nunca piensa en el futuro, y por eso sueña tonterías, o sobre el discurso cínico de quien se lucra de la vulgaridad de una promesa.
La movilidad perfecta, según Andrés Felipe Escovar, será cuando nada sea. Ni cuando Bogotá sea Bogotá ni cuando la movilidad sea movilidad sino una inconstante inmovilidad solo interesante para posibles arqueólogos del futuro.
Andrés Felipe Escovar, es editor de Mil Inviernos, y en todo este tiempo de eulogias hacia el onanismo, además de convertirnos en el hazmerreír de muchas hienas nos hemos vuelto unos consultores sobre el futuro ni los más machos. Pues cuando alguien o algo quiere saber a dónde puede dirigirse en un ejercicio de prospectiva, piensa en nosotros, pero nosotros no queremos ir hacia ningún lado, ya que incluso habitando el futuro estamos desesperados por vomitar el mundo a nosotros incluyendo.
PERO ESTA ES LA DIFERENCIA ENTRE UN ESCRITOR Y UN CANTAMAÑANAS VENDE-MOTOS (O VENDE-VOLVOS EN EL CASO DE LOS URBANISTAS STATUS-QUO BOGOTANOS):
La visión del futuro del escritor es un megatón de ácido sulfúrico sobre la visión ingenua de quien nunca piensa en el futuro, y por eso sueña tonterías, o sobre el discurso cínico de quien se lucra de la vulgaridad de una promesa.
En este enlace pueden ver la visión de Escovar sobre la movilidad de Bogotá cuando no sea Bogotá:
«La movilidad perfecta se dará cuando Bogotá deje de ser Bogotá.
Para eso no falta mucho: basta con que la gasolina y el diésel sean artículos de lujo. O que toda nuestra civilización, basada en una adicción al empleo desmesurado de energía, incurra en una crisis de deprivación; no habrá con qué echar a andar los motores y, entonces, la gente deberá volver a las bicicletas (si es que alguna vez estuvo). Ni siquiera los vehículos de tracción animal serán económicos; su alimentación será tan onerosa como el uso de hidrocarburos. Además, ya se habrá corroborado que la utilización de las llamadas energías alternativas, es tan dañina como la otra.
Bogotá dejará de ser Bogotá pero aún habrá bogotanos que vivirán en el extrarradio: se habrán marchado cuando yo no hubiere nada qué consumir o, al menos, las monedas sean tan escasas como las frutas. Los supermercados semejarán las imágenes que sirvieron para sembrar pesadillas socialistas, como si no se hubiese necesitado una hecatombe política, que tanto hicieron temer, para desembocar en el espanto.
Al centro y demás los lugares que ocuparon los otrora grandes exportadores y especialistas en la bolsa y finanzas, a los conglomerados burocráticos y a los restaurantes donde los burócratas llenabas sus estómagos hasta irritarlos, los nuevos bogotanos irán para extraer materiales: será la extracción a los complejos edificios que resguardaron a los extractivistas pues, como se solía decir, ‘nada es gratis en la vida’.
Las calles empezarán a repoblarse de hierbas, de algunos insectos (los que sobrevivan a los incrementos de las temperaturas) y serán sinuosos caminos por donde los nuevos bogotanos intentarán recordar que, no hacía mucho tiempo, esos lugares estaban atiborrados de vehículos que ahora se descascaran y son utilizados como pequeños bancos de materiales para construir cosas que les permitan sobrevivir. Recordarán que alguna vez alguien se imaginó un espacio despejado donde la gente podía ir muy de prisa a sus trabajos, sin reparar que el daño no empezaba ni terminaba en un trancón».