Diario del tour de Francia sin estar en Francia ni con los ganadores. Día 3

El último de la general, el último del día.
El sobrevalorado entretenimiento ha derivado en los resúmenes de tres minutos de carreras como la de hoy y ha desterrado a la paciencia; la venganza ya no sobrepasa a una respuesta acalorada en twitter. Ahora, hay que ser ocurrente; el que rumia un pensamiento, pierde.
El sobrevalorado entretenimiento produce que muchos trinen que lo de hoy fue un paseo: vienen los chistes y los memes en la comparsa del show del tour de Francia. Y, para afirmar esa condición lúdica y de relajación de la etapa, incurren en imágenes de los que pugnarán por la clasificación general; nadie se identifica con los rezagados, los diarreicos o los últimos. Las grandes estrellas deportivas forjan una ilusión semejante a la de los protagonistas de los reality shows de comienzos de este siglo: reafirman la presunción de poder o inteligencia del espectador.
Pero lo que es un paseo para unos, es el camino del sufrimiento o la entrega a la derrota de otros. Hoy Fedorov ha confirmado su último lugar en el pelotón y ya está a más de un minuto del penúltimo de la clasificación -Moscón-. Si en un extremo de la tabla de ciclistas se tejen las consabidas novelas de suspenso, en el otro, donde se afirma el último, nace la historia de alguien que espera el final. Y yo prefiero esa espera, aburrida, plegada a preguntarse qué carajos hace alguien pedaleando en unas carreteras que hierven en el verano vasco a costa de su cuerpo y a cambio de dinero. La de arriba, la novela de los ganadores, liderada por Yates, tiene la estructura preconcebida de todo suspenso: el entretenimiento se somete a unas reglas para hacerse efectivo; el aburrimiento tiene infinitos caminos. Yevgeniy Fedorov y el aburrimiento son la tentación del infinito.