El lirismo espacial de Cucalón contra los extraterrestres. Por Luciano Cioccioli, trad. Nelso Baronese  

La recurrencia de prólogos, críticas, reseñas y demás especies de notas marginales de libros que no existen, conminaron a Luciano Cioccioli a escribir un texto que gravite en torno a un volumen -sí, ya tiene esa forma, en su versión manuscrita- que aún espera a que alguien lo publique o, en su defecto, a que los padres de los coautores costeen una edición barata, semejante a la de los libros piratas cuyo destino basural es el mismo de sus arquetipos, es decir, las “mercancías originales”*.

En este caso, Cioccioli se ha ocupado de “Cucalón contra los extraterrestres”, novela que los dos editores de este sitio tuvimos el arresto de enviarle luego de que nuestro amigo en común, el poeta Nelso Baronese (que también tradujo el texto que a continuación aparece), nos refiriera la empresa de don Luciano de escribir textos sobre libros que aún no aparecen pero aparecerán o perecerán en su intento de aparecer.

Agradecemos a nuestro amigo y compartimos con nuestra venerable comunidad lectora este orgullo emanado de un libro que puede morir antes de su impresión.

 

El lirismo espacial de Cucalón contra los extraterrestres.

Por Luciano Cioccioli

Trad. Nelso Baronese  

Notas acerca de la novela inédita “Cucalón contra los extraterrestres” de Cermeño y Escovar. Circuito Bogotá-Chiapas, 2020, año de la pandemia.

Bandera de Cucalón, aunque a Cucalón siempre le dijeron que fue una bandera

 

Persiste en la experiencia humana el estar ad portas de un cambio. Este es el substrato de enrevesados tratados sobre la angustia y el terror; justamente, dichos elementos atraviesan a la novela Cucalón contra los extraterrestres. En las subsiguientes líneas me detendré en cada uno de ellos para desembocar en un acápite de conclusión.

 

  1. Angustias correspondientes a la vagina dentata

 

Conocidas son las bocas abiertas de los felinos pintados por Ligabue. Semejantes son todas ellas a las vaginas con dentición que han decapitado los más elementales falocentrismos  tiempo ha cuestionados, en su célebre exposición en Liguria, por el discípulo soviético de Freud, Pot Bulba. Este moscovita logró amalgamar al

marxismo con el psicoanálisis, anticipándose a los planteamientos de Félix Guatari. Su concepto eje gravita en torno al acto de dentellar prepucios y masticar ese pedazo de carne para que, en la posterior excreción, emane la perspectiva de una nueva época en donde el malestar de la cultura abandona al pecado original para dirigirse al sinuoso camino de la ausencia de un papi: en esta coyuntura, emerge el vacío del hombre moderno en la cual fulgura la pulsión de escapar a través de una aventura espacial interplanetaria, tal vez para hallar los arquetipos dibujados en el tarot de Marsella.

No es menor el detalle de que Cucalón encuentre que los extraterrestres tienen forma de guantes, y que estos, tan prensiles como cualquier mano humana, indaguen en su ano. En esta imagen habita el significante de una cultura postpatriarcal; más que una novela, estamos ante un proyecto de escritura infinito que se repliega hacia nuevos caminos, como los bifurcados por Borges, los cuales apuntan a la dimensión cosmológica del hombre. [1]

 

Este libro es de gran ayuda didáctica tanto para quienes quieren hacer una inmersión en las narrativas experimentales de la postmodernidad como en aquellos iniciados en las ars magnas del esoterismo.

 

Ahora bien, el sustrato de la angustia de Cucalón no se suscribe a la imagen de su pene hecho excremento; a lo largo de los capítulos, y correspondientes incisos, hay un diálogo con la madre que supone la aspiración de una fuga de cualquier complejo trágico. En este entramado narrativo, el intento de evitar el desenlace funesto incrementa las posibilidades de que él ocurra. Volviendo a Pot Bulba, podemos afirmar que: “el doblez de la tragedia griega en Shakespeare se diluye con la construcción celotípica de Dostoievski en Los hermanos Karamazov, misma que estatuye la posiblidad de convertir a los celos en una herramienta teológica que se perderá con la muerte definitiva de los patriarcas judíos a partir de la desaparición del falo como centro gravitacional de la cultura secular”[2].

 

  1. Terror en el Espacio

 

La consabida influencia de Ballard a los viajes interiores tiene una varianza que colinda con el chascarrillo en Cucalón contra los extraterrestres: el interior se remite a los calzones y el viaje al semen. Y este carácter seminal comporta la perspectiva de un futuro. Futuro que, en la novela de marras, es por sí mismo el elemento ominoso que acrecienta la inseguridad ontológica de Cucalón.

 

Basta recordar su naturaleza de mediocre huracán que intenta enamorar a su esposa, apegándose aún a las reglas del falocentrismo heteronormado que a él lo excluyen, incurriendo así en la fallida dialéctica amo/esclavo de Hegel, cuyo afán totalizante de un sistema de pensamiento, lo llevó a la máxima filosófica de “In omnibus partibus relucen totum”: la nave espacial de Cucalón es la imagen del omnibus que, a su vez, se dirige a un horizonte postpatriarcal con los visos de una jerarquía falocentrada patriarquial carente de pene pues éste ha sido extirpado una y otra vez por seres inefables.

 

En este punto, se desencadena el torrente narrativo faloperiférico que se instituye como contexto iniciativo de las cuitas de Cucalón. Siendo así, es falso de toda falsedad que solo las grandes épicas ocurran a aquellos capaces de aprender de ellas, puesto que el protagonista Jorge (¿acaso un doblez de Borges?) no aprende sino a repetir como un perico enpericado las frases de otros autores que considera dignos de su devoción.

 

¿Entonces en dónde habita el terror? Como se ha expuesto hasta acá, la poética onírico espacial de la novela propicia su lirismo y éste se decanta por los efectos ominosos que basculan cuando surge el interrogante por la propia identidad. Sabemos, con Clifford Geertz, que la identidad no es sino una ficción de comunidad, entonces la ciencia ficción comunitaria y social que se desentrama en esta novela de corte constructivista acude a la más terrible de las máscaras: la castración.

 

Siendo así, es hora de proceder a dar mis puntos de conclusión sobre la obra.

 

  1. Conclusión

 

Como un historial de internet que un hombre borra incesantemente para que en su familia no se den cuenta de sus pesquisas nocturnas de muchachos siendo penetrados por otros, se perfila una nueva ciencia ficción, lejana sí de los canones que hoy día reptan por diferentes escuelas de literatura.

 

Y es que, con Cucalón contra los extraterrestres, más que una pregunta por la identidad, se sugiere que dicho interrogante es una suerte de órgano vestigial del patriarcado que ha muerto.

 

Novela radical en su forma y en sus contenidos. Ni siquiera se detiene a ensalzar el lenguaje pues también tensiona el llamado giro lingüístico del siglo XX. Puede recusarse este documento como viciado por apelar a textos adscritos a la centralidad de la lengua y en Cucalón no hay lenguas, existen culos que no hablan.

 

Esta novela carece de musicalidad porque habita ese espacio exterior donde no hay aire y, por lo tanto, no circula sonido alguno. La música es un fenómeno terrestre, lo extraterrestre es la fractura de cualquier intento por resguardarse de la psicosis. Y en ese universo psicótico, donde muchos buscan una razón de peso para vivir, Cucalón no encuentra razones para estar muerto porque intuye que la vida y la muerte son incidentes menores frente a la literatura.

 

 

[1] ¿Es el jardín de los senderos que se bifurcan un mapa que excede al espacio mapeado? Y, de ser así, ¿habrá estado hecho el mapa en Braille para que Georgie hubiera percibido tal bifurcación de los senderos? Estas preguntas no son menores, puesto que Cucalón contra los extraterrestres se erige como un trayecto hecho para la lengua de los ciegos, el oído de los mudos y los ojos de los sordos.

[2] BULBA, Pot La desautomatización del lenguaje: una nueva forma de mecanización de la lengua. Ediciones MIR. 1982.

 

* Este sintagma es la base de la investigación que Cioccioli vierte en “Hacia la tumba de Gramsci”, traducido por Nelso Baronese y publicado por Siglo XXI editores (2010), en donde retoma el asunto de la propiedad de un libro pues el lector es dueño del material del que está hecho el volumen, incluso la tinta, pero no de las palabras. Es más, nadie es dueño de sus palabras y, en esa “impropiedad”, surge la revisión marxiana de Luciano.

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