Diario del tour de Francia sin estar en el tour (día once)

Día once. Albi-Tolouse

Ganador de la etapa: Caleb Ewan

Líder de la clasificación general: Julian Alaphilippe

Después del descanso y las explicaciones dadas por los ciclistas, muchas melodramáticas, otras con la pausa del que se siente carente de posibilidades y la mayoría como miembros de un equipo con un discurso gerencial que deben repetir para que los oficinistas que los ven se sientan parte de una competencia diaria en donde ellos son campeones anónimos, hoy el tour volvió a la carretera. También regresó la normalidad; ni siquiera la amenaza de un viento de costado fue un foco de influencia para que la actitud del pelotón se modificara y decidió -o se determinó por parte de una entidad invisible o, al menos, gaseosa, escurridiza e innombrable- consentir, una vez más, una escapada protagonizada por competidores que no implicaban un mayor peligro. Y, como siempre, fueron cazados para hacer una nueva versión de los embalajes del tour.

Y es que, en los finales de las etapas llanas, se revive lo ocurrido en las jornadas anteriores y semejantes; se surte un intento por corregir lo que parece perfectible y por olvidar todo el kilometraje que precede a esa última instancia. Este tipo de carreras pone de manifiesto que perviven los acuerdos entre los integrantes de la competencia, al punto de que se empujan para evitar alguna fuga de entidad y que casi todo en el ciclismo por etapas sobra para aquellos que recién se sienten atraídos para sentarse a verlo en una pantalla.

El resultado en la general es el mismo que el del día anterior del descanso y lo único que puede otorgar un hálito de incertidumbre ha sido la caída de Quintana. Sus detractores afirman que fue una herida grave pues se lastimó el codo que utiliza para pedir relevos, los seguidores minimizan el hecho y asumen que, pese al contratiempo, llegó con el grupo de los favoritos.

Esta calma chicha continuará mañana. Aparecen los cálculos y preguntas que hasta antes del fin de semana eran inverosímiles como, por ejemplo, si Alaphilippe será capaz de soportar estas dos semanas y se hará el campeón o, al menos, ocupará un lugar en el podio. También hay otros que se formular el interrogante en torno al comportamiento de los integrantes de Movistar. Casi todos estos planteamientos ocultan el hecho de que, con mucha probabilidad, el viernes Thomas haya sentenciado el tour y, a partir de ese momento, se empiece a hablar del podio y de posibles inconvenientes.

También se construyen imágenes sobre los posibles ataques desesperados de los escaladores durante el fin de semana pirenaico pero todos saben que, anímicamente, el asunto puede pintar muy mal desde el viernes. Aparecen historias sobre la gesta de Landa Meana o la furia de Pinot, aliado por el asunto de la nacionalidad con Bardet.  La espera, entonces, puede terminar aunque nunca se haya sabido qué se esperó mientras se vislumbra a un británico que viste la camiseta amarilla por séptima vez en ocho años.

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