Representación purgada
Por Luis Antonio Bolaños De La Cruz
Viñeta de la periferia del Imperio Decadente, donde convoco excentricidad y exotismo para que campeen por doquier, eso sí con consecuencias no siempre pertinentes; he tratado de pescar la nitidez de Sheckley pero condimentada con el erotismo que nos entregara Silverberg en memorables paginas, eso si en el marco de un ensueño de la época de mi primera adultez.
Atravesamos zonas de guerra, peligrosas y repletas de vericuetos, logramos camuflarnos y escondernos de las flotas en contienda, hasta arribar a este planetoide con cierta gravedad y atmósfera donde podemos repostar e inclusive holgar el cuerpo. Alcanzamos a visualizar que un par de continentes acribillados de lagos y cubiertos de selva se conectaban por media docena de archipiélagos ocupando un hemisferio, había un océano extendiéndose por el resto; la memoria de nave señalaba que “los nativos Kas no son ni hospitalarios ni hostiles, pero se caracterizan por un acendrado espíritu de limpieza e higiene, lo cual desencadena no pocas bromas hacia sus costumbres”. Aleccionaba sobre: “Entre los reflejos que destellan en su proceso civilizatorio concreto, y que van agudizando su afinamiento para relacionarse con otras especies y aligerando su sutileza para tornarlo ecuménica se encuentran aquellos procedimientos higiénicos que van moldeando de manera paulatina las sensaciones corporales referidas a la sanidad para no confundirlas con la sexualidad”.
Los Kas (denominación popular abreviada) eran policromos sobre fondo celeste o gris perla, redondeados (los delgados clasificarían como obesos) con nódulos dérmicos desparramados al azar y emplumados (plumas cortitas y suaves en paquetes de 3, 5 y 7 unidades), media docena de bracitos y dos piernas formidables para sostener un triple sistema excretor, uno renal delantero que culmina en el botón eréctil y dos posteriores para evacuar sólidos y semisóĺidos con tres nalgas, dos laterales y una central (lo cual significa columna vertebral muy larga y fuerte) complicada de figurársela hasta que captamos la funcionalidad de su diseño abombado que deja libres los pliegues interglúteos mediante arcos descendentes y confluyentes con solo cuatro hoyuelos sacros; compatibles sexualmente con los terráqueos con bioquímica similar (por lo tanto no son venenosas una para la otra) continuan atesorando misterios pero aceptan mezclarse en los puertos espaciales para actividades comerciales y de otro tipo.
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Arvid, Pukanper y yo decidimos incursionar en la ciudad aprovechando la breve estancia que gozaríamos. Los limites urbanos del puerto espacial eran imprecisos, la campiña penetraba sobre todo en la cercanía de los puentes que permiten cruzar el enorme estuario que lo circunda y era allí, en su solemne serenidad donde se habían instalado los burdeles y daba la sensación que ningún ruido podría escaparse. Los que brindaban terráqueas ostentaban desde holos con vaginas que degluten esferillas ligadas con cadenetas hasta labios de una turgencia purpurea y viscosa. La elección fue casi aleatoria, un tafanario dorado que cabalgaba infatigable sobre una trola descomunal nos atrajo.
En la sala deambulaba una multitud de hembras, apenas adornadas con nanotatuajes, musgos de crecimiento rápido programados para adoptar figuras, manchas liquidas subdérmicas que se desvanecen y reaparecen y otros artilugios y semitrapos epiteliales que con dificultad disimulaban sus órganos sexuales hipertrofiados, agrandados y grotescos, exhalando aroma a feromonas y perfumes; de inmediato nos abordaron, separaron y condujeron a los aposentos interiores, la acompañante que seleccione influido por el reclamo de la entrada fue una morena de trasero percutiente que vibraba palpitante y parecía aplaudirse a si mismo por la geométrica perfección de sus redondeces enfrentadas.
Tras una gimnástica sesión donde transitamos del “panal” a la cabalgata con doble dildo y consumimos diversas sustancias que sacudieron mis tripas y perturbaron mi metabolismo nos dedicamos a explorarnos y delimitar espacios íntimos, su silencio sonriente legitimaba sensaciones y razonamientos; ella había sido “mejorada” e intervenida, comprobé que poseía un esfínter supernumerario en la zona anal, labios medianos entre los mayores y los menores de la vulva y triple pezonera en las areolas; por mi parte los implantes estaban referidos al uso de tecnologías y prácticas de fortaleza, sin jerarquías artificiales, si acaso demasiado sencillas para generar dudas.
Ella supervisó mi cuerpo anhelante y trémula cual doncella (se que era una consecuencia secundaria de una las drogas que nos zampado, pero engaña y enternece), que mezcla la experiencia y el toque amoroso mientras ejecutaba maniobras sobre mi pene, en mi confiada desnudez me entregue, advierto que agarra la punta de un filamento que asoma por la uretra, mantengo la compostura, se que no debe existir peligro, es un cabello largo, duele leve al sacarlo, enganchado al final se retuerce un gusanito que semeja pus crema, helado ensortijado, lo deja caer un un vaso de licor donde se disuelve y cada cual con su sorbete pugna por chupar más raudo, nos zarandea la ingestión del brebaje pero el efecto remite rápido sin que lleguemos a hiperventilar, respiramos aliviados y giramos el uno hacia el otro envolviéndonos con las piernas.
La decoración va cambiando mientras caemos en un duermevela, paredes cubiertas de anaqueles con gruesos tomos verdes, mobiliario de maderas oscuras, pesados y moldeados con figuras eróticas, figuritas de porcelana dedicadas a masturbarse de múltiples maneras, el piso se cubre de gruesos edredones, pieles, tapices, la tranquilidad es una losa que baja sobre nosotros; sin embargo, dos pensamientos casi ingenuos me asaltan:
- Ese era el gusanito del morbo e indica que extraído la podré desear con… ¿pureza y limpieza?
- Ha sido un castigo por realizar un coito anal y estoy infectado y seguirán saliendo gusanos hasta que me capen.
Aprieto la mandíbula e impido resbalar a mi mente por el tobogán de las ensoñaciones, pero finjo que si. De inmediato coloco mis sensores visuales (placas epiteliales adaptadas a recoger luces y sombreas y trazar figuras reconocibles en nuestras retinas) en alerta y dejo que actúen.
Por un momento me descoloco, la habitación se encuentra circundada por balcones con celosías, en los cuales siempre han estado presentes e invisibles, nativos del planeta, incluidos doctores en filosofía de la higiene y médicos-brujos observando nuestra representación y esperando en mi caso el resultado de la extirpación del gusano, no se que será de mis compañeros, estoy furioso no por el acto de voyerismo (seguro que les cobran por los lugares que ocupan) sino porque no me han avisado y quizás he quebrado alguno de sus rituales de limpieza, me preocupa la falta de coincidencia con que cada especie condensa la visión de sus envolturas corporales. Es probable que como percepción los nativos moren en una fantasmagoría de la piel, acompañada de una historia exagerada y con sus determinantes socioambientales alterados, que al contacto con las tradiciones aportadas por las especies visitantes han terminado por alimentar también una tortuosa sensibilidad.
Tirito repasando la opción b, de repente las normas establecidas han sido quebradas, se supone que mi ignorancia deberla contar a mi favor, pero contemplaban e iban añadiendo de manera gradual exigencias que se complejizaban a cada momento y que al yuxtaponer imperativos que no se ejecutan ameritaba mortificación; quizás no lamí lo suficiente el esfínter adicional, o tragué demasiado fluido al acaecer ese squirting que semejaba una fuente, o borré en uno de los frotes del mete y saca una figura que debía conservarse inmutable en los glúteos, o generé exceso de saliva sobre zonas que se consideran secas; y entonces la superposición equivocada de lo sexual y lo higiénico propicio el inicio de una censura que terminó como obligatoria expiación.
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En la bitácora del “No te dejes atrapar” (Carguero propiedad de la Asociación de Mercaderes Hansa Cósmica) viajando por el borde una área de batalla se agrego un comentario: “Hemos desembarcado distorsionadores de campo y otras mercaderías y abastecimientos en una corta visita al planetoide Ada que gira en torno al gigante gaseoso del sistema de Kasprdak: Tres tripulantes Arvid, Pukanper y Zoilo no regresaron del permiso, como explicación la autoridad policial nos mostró imágenes de unas “portadas” (holoperiódicos itinerantes que flotan recogiendo sucederes), que invitaban a quienes se interesarán al anfiteatro a presenciar la operación de conversión en carne de prostíbulo de tres infractores descubiertos por el gremio de médicos-brujos.