De Chuyuipe a Canoa (sexta entrega)

Presentamos “De Chuyuipe a Canoa”, una novela escrita por el autor ecuatoriano Edison Delgado Yepez de quien, anteriomente, publicamos “La necesidad del corazón”. Esperamos que disfruten con este nuevo trabajo de nuestro autor ángel y surfer. Acá podrán leer el quinto episodio.

Faro de Bell Rock. William Turner.

Faro de Bell Rock. William Turner.

Danni y Joey se levantaron temprano ese día para desayunar café con leche y verdes asados. Joey se fue a la despensa de la playa a comprar pan, y regresó con unos pancitos pequeños, con forma de pez y olor a leña, que estaban sabrosos.

Cuando Joey regresó, y entró en la casa, los hermanos se sentaron a desayunar, y Danni le leyó unas noticias curiosas que habían aparecido en el periódico:

PERRO DISPARÓ CONTRA CABEZA DE CAZADOR

STRAENGNAES, Suecia, (AFP).- Un perro hirió a un cazador de un disparo en la cabeza, que le produjo la pérdida de un ojo, anunció la radio sueca.

El propietario del arma, otro cazador, puso su fusil cargado en el suelo y se retiró tras unos arbustos a cumplir con un llamado de la naturaleza. El perro, buscando a su amo, llegó corriendo y pisó el arma, disparándola.

El dueño del perro ha sido acusado de intento de homicidio involuntario. Ambos hombres tienen 60 años de edad. Se ignora la edad del can.

Luego de reírse por un buen rato, desayunaron, a veces en silencio, a veces hablaban, y de lo que hablaban era de lo mismo de siempre: que cuándo llegarán los papis; si ya se habrán reconciliado; si siempre seguirán peleando por todo y nada; que ojalá mejore el carácter de la mami. Los padres de los hermanos Russo eran una pareja completamente disfuncional. Aquel matrimonio nunca estaba del todo bien, siempre los aquejaba un resentimiento, siempre había de por medio alguna disputa. El padre, Sam Russo era un hombre que no le gustaba recibir órdenes de nadie y menos de su esposa cuando ella estaba colérica. Doris, en cambio, tenía un carácter de pocas pulgas, y montaba en cólera por todo y nada. Aquel matrimonio vivía en una constante pugna de poderes.

De todo este enredo lo que único que resultaba es que los hermanos Russo habían decidido utilizar el surf para escapar de casa, conocer la libertad, hacer deporte y vivir la vida lo más independientemente que se pueda. Escapar a la playa era para los chicos enfrentar la vida de una manera diferente, fuerte, pero era el antídoto para olvidar su miserable y traumática realidad familiar.

En ese momento Joey se levantó de la mesa, cogió la radio de pilas y empezó a escuchar una canción de ELTON JOHN, titulada: Bennie and the jets.

-¡Ah!-dijo Danni-. Eso era lo que faltaba aquí.

-¿Cómo vas a hacer para conseguir que Doménica vaya a Canoa contigo?, tienes que decírmelo para ver si te copio la estrategia y yo le saco el permiso a Nicole. A propósito, ¿qué piensas de Nicole?

-Que está esperando el momento de que te le declares, esa chiquita se muere por ti-dijo Danni-.

Y en ese momento comenzó, por coincidencia, a sonar la canción de ELTON JOHN y KIKI DI, titulada: Don’t go breaking my Heart.

 Y Joey comenzó a hacer mímica y a cantar la misma canción junto a la melodía que sonaba en la radio.

Y Danni se reía a carcajadas de ver las manifestaciones del amor representadas en las locuras de su hermano menor.

Entonces le dijo:

-Huuuuuu, parece que tenemos otro perro que ya está calzoneado, ¿ah?

Y Joey le contestó:

-Sí estoy perro, estoy perro, estoy perro. Y lo más bacán es que estoy a punto de llevármela a Punta Carnero y a Canoa y ¿sabes qué hermano?, ELLA QUIERE IR, ella quiere ir.

De pronto afuera se empezó a escuchar el ruido de los motores de los filibusteros. Se trataba del volskwagen de Manuel Fernando acompañado sólo con Ingrid y el Land Rover del padre de Doménica con las dos chiquillas.

Los hermanos Russo salieron al porche y recibieron a la gente. Aquella mañana el sol brillaba con una fuerza inusual y calentaba la arena del desierto, las rocas y más allá en el horizonte se adivinaba el mar azul, cubierto apenas por una densa neblina, que contrastaba con el sol que iluminaba la casa de madera.

Danni les preguntó a sus amigos si querían desayunar y Manuel Fernando le contestó:

-¡Qué desayuno ni qué desayuno, vámonos a Punta Carnero, ahoritita mismo!

Y los chicos Russo se metieron en la casa para coger las cosas que necesitaban, las toallas, la ropa seca, las ceras para las tablas y por supuesto la radio de pilas, que en ese momento estaban tocando un especial de ELTON JOHN, y en ese preciso momento estaba tocando la canción titulada: Your song.

-¡Qué linda música!-dijo Nicole-, ¿qué radio es esa?

-No lo sé-dijo Joey-, pero siempre tocan música para los jóvenes.

En un momento estaban los chicos Russo colocando las tablas en una parrilla portátil en el techo del Land Rover de Doménica.

Enseguida Danni se le acercó a Doménica y se puso frente a frente a ella y le dijo:

-He estado esperando este momento con gran ansiedad, vengo por mi beso-dijo Danni-.

Y Doménica se le sonrió, inclinó la cabeza, con la mano liberó su rostro de un largo mechón de pelo, y le acercó sus labios hasta que se fundieron con los de Danni. Y ahí se quedaron un buen rato hasta que ella le dijo:

-¡OOOyeee!, ¿qué te pasa hoy?

-Nada, es que estoy feliz, eso es todo. Al tenerte a ti… lo tengo todo.

-¡Vivan los novios!, ¡por favor échenles arroz, échenles arroz – gritó Ingrid desde el volkswagen-.

Y Manuel Fernando mostraba en su rostro una sonrisa de oreja a oreja. Y después dijo:

-Bueno, bueno, ¡viva el amor, viva el amor!, pero ya vámonos a surfear.

Y Joey miraba a Nicole como, completamente avergonzada, y roja, se tapaba el rostro con la mano como queriendo esquivar los rayos del sol.

Así que luego emprendieron el viaje por la carretera desértica con rumbo a Punta Carnero. Danni le dijo a Doménica que se le colocara junto al volkswagen de Manuel para preguntarle algo y cuando ella lo hizo, él habló:

-Hey, ¿qué pasó con Roberto y Pava Loca?

-Ellos ya están allá-dijo Manuel-, Roberto sacó su volkswagen y se fue a ver a Pava Loca, venían con nosotros, pero en lugar de entrar para verlos a ustedes, ellos se fueron directamente para allá.

Y prosiguieron por la carretera ardiente y sinuosa hasta llegar, y Danni les empezó a contar a todos una historia sobre monstruos marinos, pescadores desaparecidos, fantasmas y espectros. El encadenado de Santa Elena. Y las chicas no le creían nada.

Cuando llegaron, efectivamente, al fondo en el agua, se  podía ver la figura fornida de Roberto y la figura atlética y estilizada de Pava Loca, que estaban sentados sobre sus tablas al nivel de un mar picado, esperando olas.

Pronto los tres jóvenes entraron al agua y empezaron a remar hasta la punta donde se encontraban Roberto y Pava Loca.

El mar azul profundo, estaba picado por el viento y era muy difícil estarse quieto, sentado sobre la tabla, todo era puro movimiento. De vez en cuando corrían ráfagas de viento que les ponía a los chicos la carne de gallina.

Roberto le preguntó a Danni.

-¿Cuándo vas a ir a hablar con los padres de Doménica sobre el viaje a Canoa?

-Hoy en la noche después de ver en la televisión LA TRIBU BRADY- fue la respuesta de Danni-.

-¿Y qué van a hacer con Nicole?-preguntó Manuel Fernando-.

-Vamos a utilizar la misma estrategia y vamos a ir en masa con Doménica, Ingrid y Joey para hablar con sus padres y pedir permiso.

-Je, je, je, je, ¡estás loco!

-No me queda otra opción que frentear la situación desde el principio. Lo único que nos puede pasar es que nos digan que no y eso es todo.

-¡Buena, esa es!-dijo Roberto-, mientras salpicaba de agua helada a Pava Loca, que se lo quedaba mirando desafiante.

-¡Ponte pilas que allá se vienen las mama rusas!-dijo Pava Loca y empezó a remar-.

Una tanda de diez olas, de metro y medio, venían acercándose rápidamente y los muchachos empezaron a remar para colocarse en el lugar exacto en que las masas de agua los pudiera empujar para irse con ellas.

Nuevamente Joey, con su perfecto estado físico, fue el primero en montarse sobre una ola y se fue por en medio del agua y la muralla de granito que sirve de rompeola.

Luego fue Pava Loca quien cogió una ola rápida y se fue en ella sin desaprovechar la oportunidad de pegar de inmediato un roler, y sacar una estela por encima de la pared de agua.

Roberto y Danni se quedaron en busca de la ola perfecta que los lleve, y Roberto fue el primero en encontrar una ola a su medida, la remó y se fue en ella con su estilo soul, sin movimientos bruscos y más bien suaves.

Danni fue el último en irse en aquella tanda de olas y tuvo la suerte de que le tocara una ola hueca que de inmediato lo tubeó, hasta lograr salir fuera del tubo expulsado junto a una fuerte explosión de vapor que provenía dentro de la ola.

Afuera Ingrid y Nicole conversaban sobre el permiso para ir a Canoa, y Nicole le contaba a Ingrid, que ya había estado tanteando a su madre y que ésta se mostraba con buena disposición a que su hija de doce años tuviera amigos y que pasara largos ratos con ellos para así dejarla disfrutar de las vacaciones en compañía de sus amigas de té y de juegos de naipes. El padre de Nicole se la pasaba en el Yacht veleando o pescando, y de ahí se iba a jugar squash. Casi nunca pasaba en casa y cuando llegaba era para la hora de ver las noticias en televisión o para dormir.

Ingrid le deseo suerte y le aseguró que todo saldría bien si iban todos juntos a pedirle permiso a la familia esta noche.

Doménica, en cambio, estaba más preocupada porque sus padres la habían regañado la mañana después de que regresó tan tarde de Chuyuipe y se mostraron muy preocupados de que anduviera con Nicole en el Land Rover hasta tan altas horas de la noche. Tal vez a ella no le iban a dar el permiso para viajar a Canoa.

El paisaje de aquella mañana en Punta Carnero era delicioso. El sol flotaba, brillante en lo alto del cielo y entre el cielo y la arena las gaviotas volaban raudas de un lado para otro, hasta terminar posándose en alguna duna cercana, para ponerse a caminar insolentes en la orilla de la playa. Los cangrejos rojos se movían esquivos y furiosos en medio de la soledad, y cuando alguna gaviota se acercaba, corrían a sus agujeros en la arena para proceder a desaparecer luego.

Doménica le pidió Coopertone a Ingrid, pero quien tenía el bloqueador solar era Nicole y ésta se lo pasó. Entonces Doménica empezó el ritual de frotarse aquel aceite para proteger su piel morenita.

De un bolso tejido con paja y de color azul, Ingrid sacó una botella de plástico con agua, se la llevó a sus labios y empezó a beber para calmar la sed.

El parasol bajo el que las chicas estaban acostadas ofrecía poca protección contra el viento que a veces arrastraba pequeñas nubes de arena.

Las chicas sentían verdadero placer al enterrar los dedos de los pies y parte de los mismos en la arena, pues ésta se encontraba a menor temperatura que la arena de la superficie que se hallaba expuesta al sol.

Adentro los chicos se turnaban para coger aquellas olitas de metro y medio. Y una y otra vez se deslizaban sobre ellas con pequeña gracia y estilo, repitiendo los mismos movimientos, una y otra vez, hasta lograr conseguir alguna mejora más radical en su estilo.

Este deporte del surfing era muy difícil de practicar hasta alcanzar el nivel en que se podía decir que el deportista está disfrutando del surf.

De pronto, al fondo, mar adentro, una escuela de delfines hizo aparición mostrando sus aletas de punta redondeada.

Así transcurrieron las horas con aquellos chicos en el agua, pasando el tiempo sin mucho que decir y sí mucho que remar porque la corriente estaba jalando hacia las rocas y los muchachos a cada rato tenían que remar y volverse a colocar en la posición adecuada y justa, para remar en dirección de las olas y cogerlas.

Una y otra vez se repetía la misma escena: las olas venían desde el magno horizonte y los muchachos se ponían alertas para remar hacia ellas, posicionarse en el lugar exacto para cogerlas, y luego montarlas para hacer toda clase de maniobras y piruetas.

Mar adentro el silencio era absoluto. Sólo estaban los muchachos, la poesía del mar y de vez en cuando, la cabeza de alguna tortuga, que salía a la superficie para respirar.

El viento mantenía el mar picado y cuando los chicos bajaban una ola, las tablas saltaban sobre la onda de agua, debido a las grandes escamas que el viento formaba sobre la pared de agua. El mar estaba picado.

Roberto y Manuel Fernando, como expertos corredores de olas en LA FAE, una  playa generalmente de mar picado, aprovechaban al máximo aquellas olas de mar picado por el viento y subían y bajaban por las paredes de agua sacando estelas con verdadero placer.

A Danni no le gustaba mucho surfear en olas de mar picado y remaba las olas de Punta Carnero con desgana. Además su cabeza estaba totalmente copada con el obsesivo pensamiento de cómo conseguir que los padres de Doménica y Nicole autorizaran que las chicas viajaran con la gallada a Canoa. Esto lo volvía un poco torpe y en algunas ocasiones no coordinaba bien la cogida de la ola y se quedaba. O se iba en la ola con mal tiempo y se caía dejándose revolcar por la espuma. Lo que no era algo de temer por el tamaño de la ola que era de metro y medio, cuando Danni estaba acostumbrado también a correr en LA FAE y Montañita donde las barredoras, y en LA FAE, especialmente, los remolinos son cosa verdaderamente seria.

Pava Loca y Joey se habían puesto de acuerdo en competir para saber quién era el que más olas cogía ya que los dos eran los que más vicio sentían por el surf. Pava Loca, viejo y experimentado hippie, que no perdonaba el menor error de su contrincante, y que se empecinaba en competir con un crío como Joey. Y Joey, un niño verdaderamente superdotado por los dioses, con un estado físico tremendo y una pasión desmedida por la tabla hawaiana, corriendo, y de la misma manera implacable, al no perdonar algún mal cálculo de Pava Loca, que le permitiera robarle la ola mejor.

Ambos bajaban las olas con una maestría y un dinamismo digno de ser retratados por una revista internacional. Pava Loca imitando el estilo del campeón Mark Richards y Joey, con un estilo apretado, igual que el de Cheyene Horan.

Así transcurrió el tiempo hasta que llegó la tarde y con ella el hambre y la hora de salir para prepararse a ver la espectacular caída del sol. Era un show portentoso donde el gran círculo de hierro candente se ponía de color naranja intenso y luego, poco a poco, se iba hundiendo hasta perderse completamente en el oscuro horizonte del mar y dejando toda la atmósfera con un reflejo de color púrpura brillante para luego ser seguido por la oscuridad.

Cuando los muchachos salieron se fueron directo a los autos y sacaron el gran bidón de agua y se sacaron la sal de los ojos y bebieron agua con la sed de los náufragos.

Cada muchacho, a medida que su permanencia en la playa se iba alargando, su cuerpo acusaba un estilizamiento, una pérdida de peso que iba consumiendo las grasas de exceso hasta dejarlos puros huesos y músculos. Sus pieles en cambio se iban oscureciendo por los efectos de los rayos del sol, que quemaban la piel sobre lo ya quemado, hasta conseguir que el tejido se oscurezca.

Danni había salido del agua y abrazaba a Doménica mientras se deleitaban observando cómo el sol descendía y descendía, todo color rojo y naranja hasta manchar el océano de rosa y púrpura.

Pava Loca, Roberto y Manuel Fernando conversaban sobre las maniobras que habían realizado y la dura batalla que le había dado el pequeño Joey. Joey y Nicole estaban ocupados en tomar agua y en sentirse contentos por estar juntos en Punta Carnero. En la radio de pilas sonaba una canción de ELTON JOHN, titulada: DANIEL.

Cuando el sol portentoso se evaporó del firmamento vino la oscuridad, y Roberto y Pava Loca se metieron en su volkswagen, Manuel e Ingrid se metieron en su volkswagen y los hermanos Russo y las chicas se metieron en el LAND ROVER.

Cuando ya se iban Manuel Fernando acercó el carro a la ventanilla del Land Rover donde iba sentado Danni y les dijo:

-¡Buena suerte, loco!

Cuando el Land Rover entró a Salinas el malecón estaba saturado de gente que caminaba por las calles, surfistas con sus tablas se paseaban de un lado para el otro y se dirigían al restaurante Super Fausto o al Saavedra’s para llenarse la barriga con un buen arroz con pescado o con un lomo a lo pobre.

Eran las siete de la noche, y aquella hora, tanto los turistas nacionales como los internacionales estaban en sus hoteles viendo televisión, bañándose o vistiéndose y preparándose para salir a pasear por el malecón o para asistir a la misa en la iglesia de Chipipe.

Cuando los chicos llegaron a la casa de Doménica, les abrió la puerta la empleada, porque la señora de la casa estaba en un té con sus amigas. Sólo estaba el padre en la cancha de squash de la casa, dándole y dándole a la pelota contra la pared.

Los chicos y las niñas entraron hasta la cancha donde se encontraba el padre y Doménica le dijo que ellos querían decirle algo.

Entonces el padre detuvo el juego un instante y prestó atención. Su rostro estaba sudoroso y en la cabeza lucía una apretada sudadera de color blanco.

-¡Qué!, ¿qué es lo que pasa?

-Señor-dijo Danni nervioso-, hemos venido para pedirle su permiso para llevar a Doménica a un viaje de tres días a una playa de Manabí, llamada Canoa. Allá llegaremos a un hotel de un amigo llamado Palmeche y todo estará bien, tendremos suficiente agua y comida para los tres días.

-Si todo es como ustedes dicen por mí no hay ningún problema, ¿a propósito en qué se van a ir?, pero creo que deberían también consultar con la madre de Doménica, ¿no?

-¿En serio me dejas ir papi?-dijo alegre Doménica-.

-Sí-contestó el padre-.

Luego se dirigió a Danni y le preguntó a quemarropa:

-Muchacho sabes jugar squash, ¿qué tal eres para el squash?

-Bueno, señor, en el Guayas juego todos los jueves por la noche, sin falta.

-Entonces, déjame invitarte a jugar unos cuantos minutos para ver de qué madera estás hecho.

-¡Excelente!-respondió Danni- y de inmediato se fue a colocar unos zapatos de caucho.

Así estuvieron un rato dándole a la pelota y el viejo pronto se dio cuenta que estaba ante un rival fantástico y que iba a hacer el ridículo compitiendo con la ventaja que le llevaba el muchacho en habilidad, fuerza y juventud.

Entonces agotado y empezando a sentir ahogos, todo transpirado, decidió dar por terminado el juego y empezó a dirigirse al baño. Entonces en el camino se despidió de los chicos.

Entonces los chicos recibieron la invitación de Doménica de quedarse a comer antes de partir a la casa de Nicole para utilizar la misma estrategia y ver si lograban salirse con la suya.

Entonces los chicos se sentaron en la mesa y Doménica, imitando el estilo enérgico de la mamá, entraba y salía de la cocina y le daba instrucciones a la empleada para que sirviera sendos platos de seco de pollo, cebiches de camarones, jugos Guayas, y platos de sopa marinera.

Cuando los muchachos estuvieron satisfechos con la comilona, se levantaron y se dirigieron al Land Rover, para dirigirse a la casa de los padres de Nicole. Pero antes se acordaron de pasar por la casa de Ingrid, y ahí todavía estaba Manuel Fernando y tanto Doménica como Danni los persuadieron de que los acompañaran para hacer más fuerza a la hora de conseguir que los padres de Nicole le dieran permiso para viajar a Canoa. Entonces Ingrid y Manuel Fernando se subieron al Land Rover y juntos se fueron para allá.

Nuevamente los chicos empezaron a rodar por el malecón de Salinas y eran testigos del bullicio de los turistas, en una ocasión tuvieron que ir despacio detrás de veinte motociclistas que iban en línea por el malecón, sin dejar pasar a nadie. Otras veces eran testigos de los turistas que se ponían a pasear en sus tricars o en sus motos a toda velocidad, de las gentes vestidas con la elegancia de un desfile de modas, que se dejaban ver en los balcones de los restaurantes para servirse alguna especialidad típica compuesta por mariscos frescos, cerveza o colas. Una de las grandes fallas que tenía Salinas era que aquel balneario no disponía de un centro comercial dotado de cine. De vez en cuando la Comisión de Tránsito hacía batidas a los motociclistas y los rodeaban con sus escarbajos celestes con puertas blancas y sus Fords LTDS para luego de emboscarlos meterse en una puñetiza con los motociclistas donde no siempre salían bien parados.

Cuando llegaron a la casa de los padres de Nicole les salió a recibir la mamá y los hizo pasar adentro. Entonces los chicos le dejaron a Doménica que hable por su amiguita Nicole y le preguntó a la mamá, que si la podía dejar viajar a Manabí a una playa remota y llena de olas llamada Canoa, con todos ellos. Ingrid le prometió a la mamá de Nicole que todo estaría bien y que su hija estaría bien cuidada.

La madre no sabía qué pensar, su hija apenas tenía doce años y los chicos surfistas, ¡se la querían llevar a Manabí!, pero así era la juventud de ahora. Entonces Danni le sacó un mapa a la mamá de Nicole y le dijo:

-Mire señora, salimos de Chuyuipe en Ballenita y nos vamos hasta Canoa en Manabí y tenemos que pasar por: EL MANSITO, CAPAES, COITO, Playa BRUJA, MONTAÑITA, LAS TUNAS, RIO CHICO, PUERTO CAYO, LA TINOZA, SAN MATEO, EL MURCIÉLAGO, LA BELLACA y finalmente CANOA.

-¿Y van a correr olas en todas esas playas?-preguntó asombrada la mamá de Nicole-.

-No, señora-dijo Ingrid-, sólo vamos a pasar por ahí, pero nuestro destino y donde vamos a pernoctar es en Canoa.

-Eso queda por Bahía de Caráquez, ¿no?

-Sí-dijo Manuel Fernando-, hay que pasar en una barcaza o gabarra de Bahía a San Vicente, pasar por Briceño, una serie de playitas y finalmente llegar a Canoa.

-¿Y qué tiene de especial esa playa?-preguntó la mamá de Nicole toda ella llena de dudas-.

-Hay olas de tres metros de alto y del largo de dos cuadras americanas-le respondió de inmediato Manuel Fernando-.

-¡Uyyyy, Dios mío, por favor tengan cuidado!-dijo asustada la mamá de Nicole.

-No se preocupe, señora-dijo Danni-, nosotros hemos corrido olas en LA FAE y en Montañita y sabemos lo que hacemos cuando nos metemos al agua.

Entonces salió del cuarto de billar el padre de Nicole y vio a todos esos chiquillos de diez y siete años junto a su pequeña bebe, y le preguntó con la mirada a su esposa que qué era lo que pasaba y ella, le tomó del brazo y se lo llevó aparte y le enseñó el mapa que le habían proporcionado los chicos y le empezó a susurrar al oído.

Entonces se produjo un momento tenso entre los muchachos. Joey tenía el corazón en la boca y tenía unas ganas tremendas de cogerle la mano a Nicole, pero algo en el ánimo, una vergüenza se lo impedía. Manuel Fernando ya estaba aburrido de estar ahí y se quería largar de inmediato a rodar por el malecón para verse con sus amigos y tomarse una cerveza en lata. Ingrid y Doménica estaban cogidas de la mano, esperando ansiosas la respuesta del ceñudo y bigotón padre de Nicole. Aquel señor lucía como un oso, con todo ese vello en el pecho y portando orgulloso una gran calva que contrastaba con su espeso bigote.

Entonces el padre se volteó desesperado hacia los chicos y les preguntó:

-¡Bueno, bueno!, ¿y quién es el que se va a hacer cargo específicamente de cuidar a mi bebe?-preguntó el papá de Nicole.

-Ese soy yo-dijo Joey-.

-¿Tú?

-En realidad somos todos los varones, señor-dijo Danni-, con nosotros vienen dos muchachos más que tienen un estado físico como de salvavidas, aunque las chicas van a permanecer en la orilla, bronceándose, y nada más.

-¡Bueno, qué se le puede hacer!, así es como los hijos empiezan a abandonar el hogar-dijo apesadumbrado el papá de Nicole-.

Y ella se fue junto a su padre y se le colgó del cuello y le dijo toda modosita:

– No te preocupes, papito, que Joey y los muchachos me van a cuidar muy bien. Sólo que las chicas y los chicos surfistas quieren estar todo el tiempo juntos y conocer nuevas playas con olas cada vez más grandes y feroces. ¿Te das cuenta?, ¡eso es todo!

Y Manuel Fernando y Danni se quedaron pasmados porque desde el principio hubieran dejado hablar a Nicole ya que ella lo expresó con palabras verdaderamente inteligentes.

Cuando salieron de la casa de los padres de Nicole, Ingrid los invitó a los hermanos Russo y a sus chicas a una fiesta que daba el Liceo Panamericano, el colegio donde ella estudiaba. Así que se treparon todos en el Land Rover y se fueron de largo por el malecón hasta llegar a una casa atrás del balneario de Chipipe. En el camino se encontraron con Roberto y Pava Loca y también los treparon. Ya antes de llegar, casi a dos cuadras de distancia, se escuchaba el estruendo de la música que salía de los parlantes que habían colocado en el patio de la villa.

Toda la casa había sido acondicionada para la fiesta heavy y los muebles habían sido desalojados y colocados en el patio, las luces habían sido sustituidas por focos de colores, en las paredes se habían colocado posters de bandas de rock como The Doors, Jimmy Hendricks, The Monkeys y Rolling Stones. Sólo había una gran mesa en el comedor con toda clase de bocaditos como pequeñas salchichas junto a pozos de salsas, cachitos, bandejas con colitas seven up, bandejas con pequeños sánduches de mortadela y de atún.

La anfitriona de la fiesta era Elizabeth, una amiga de Ingrid y compañera del colegio, y fue ella que los dejó pasar a los hermanos Russo, a Roberto y Pava Loca, ya que no habían sido invitados.

Para Roberto, una vez dentro de la fiesta, el asunto principal, todo consistía en buscar una pareja de baile.

Lo primero que hizo Pava Loca fue empezar a devorar pastelillos de dulce, que estaban en la gran mesa del buffet. Eran los nervios de tener que buscar una pareja de baile lo que lo impulsaba a prácticamente devorar con manos nerviosas los panecillos dulces. Entonces vino Ingrid acompañada de Elizabeth en su rescate y le presentaron a Lorena, que estaba loca por conocer un surfista pesado de Salinas. Así que por fin Pava Loca ya tenía pareja para bailar y todo había resultado casi sencillo para él. Ella le preguntó:

-¿Cuál es tu verdadero nombre?, ¿me imagino que no te has de llamar Pava Loca, verdad?

-Me llamo Xavier, ¿esta fiesta de qué año es?

-De quinto. Ya todos estamos creciditos, ¿es cierto que todos los surfistas son marihuaneros?

-No, no es cierto. Lo que pasa es que este nuevo deporte, como lo denominó el escritor Jack London, apareció justo en la temporada de la revolución hippie y todo el asunto se mezcló, ¿ves?

Y así continuaron mientras bailaban canciones de Journey y baladas de los Bee Gees como la de Staying Alive y canciones del grupo POP, mexicano llamado MAGNETO.

Danni tuvo su segunda oportunidad de bailar un bolerazo con Doménica bajo los acordes de OPEN ALL NIGHT de los HALL & OATES. Esta vez las luces del Yacht sólo eran un mal recuerdo y en medio de la penumbra, ella se derretía por bailar tan pegaditos y bajo los acordes de aquella música tan linda. Era como si Danni tuviera un gusto exquisito para elegir las canciones a la hora de sacarla a bailar.

Danni le susurró al oído:

-¿Te gusta esa canción, niña?

-¡Tú me inquietas demasiado, Danni!

-La primera vez que escuché esa canción me quedé enamorado de ella y pensé que algún día la iba a bailar con la chica que conquiste mi corazón y finalmente lo he logrado…

-¡Calla!- le dijo ella y le puso su pequeña manita morena en la boca-.

Al final de la canción Danni no se pudo aguantar y al juntar sus labios sobre los de ella, apenas le metió la lenguita hasta sentir sus preciosos dientecitos…

Ella le repitió al oído:

– ¡Danni, tú me inquietas demasiado!

En un momento en que se cansaron de bailar Pava Loca y Roberto se salieron de la fiesta, medio borrachos y se fueron caminando de regreso al malecón y entre LA POSADA y el Yacht, se detuvieron en la casa de una amiga llamada Carolina, y se dieron cuenta que ella había convertido parte de su casa en una galería de arte. Así, todo borrachos, se quedaron admirados de ver tantos cuadros de Enrique Tabarra, guindados sobre las paredes. En ellos se mostraban prostitutas en posiciones seductoras y medias desnudas, exhibiendo sus encantos. En aquella galería de arte les brindaron más vino, salchichas frankfurt, y los chicos se fueron a la una de la madrugada, borrachos y cuando se aburrieron de los cuadros, de los vasitos de vino y de la gente perfumada y elegante se salieron y se fueron de regreso a la fiesta de Elizabeth, pero como estaban tan borrachos se perdieron y terminaron caminando perdidos por el cementerio y los pozos de sal. Al pasar por una bandada de gallinazos se pegaron un susto de muerte cuando éstos animales alzaron el vuelo. Y lo más aterrador fue el ver al loco Emilio, sentado contra una pared del cementerio de Salinas, supuestamente haciéndole guardia a sus familiares difuntos. En este punto, entre los turistas del Guayas, se había vuelto una costumbre ir hasta el cementerio a ver al loco Emilio y luego salir pitando porque las chicas se ponían histéricas de espanto.

Después de caminar borrachos y locos finalmente llegaron de nuevo a la fiesta de Elizabeth que estaba muy alegre contándole a todo el mundo que la habían seleccionado para trabajar en una famosa agencia de modelos que iba a estrenar un show en el HOTEL RAMADA.

De pronto, afuera de la casa hubo un alboroto porque Joey estaba peleando con un muchacho de catorce años. Danni y sus amigos salieron a ver la pelea y el muchacho Abel lo insultaba a gritos a Joey por haberle golpeado con los nudillos en la ceja y el pómulo.

-¿Qué fue lo que pasó?-preguntó Danni a Nicole-.

-Ese muchacho grandote me empezó a molestar; a quererme sacar a bailar a la fuerza, delante de Joey y como tu hermano protestó lo invitó a pelear afuera, y tu hermano, primero se le cuadró como karateca o yo no sé qué cosa y luego se le ha acercado como un rayo, rapidísimo y le a golpeado bien fuerte en el rostro.

Danni se le acercó al muchacho, Abel, y le preguntó si quería seguir peleando y el chico lo miró con espanto y luego se levantó del suelo donde estaba sentado y se fue de la fiesta.

Danni lo cogió por el cuello a su hermano y lo felicitó con unas palabras amables al oído:

-¡Así que haciendo puntos de bravura delante de tu chica, eh!

-El tipo comenzó, pero lastimosamente no sabía con quién se metía…

Afuera la noche se hacía eterna para los caminantes y los turistas que se paseaban por el malecón. Por todos lados había fiestas, reuniones, globitos inflados, alcohol, música y diversión. Y los dioses miraban desde lo alto del Olimpo.

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