Tristeza, soledad y rock and roll (Héroes Decadentes – FVR)
Héroes decadentes
Francesco Giuseppe Vitola Rognini
Hoy presentamos:
Tristeza, soledad y rock and roll
Ya no se lee como antes, eso dicen las encuestas. Dudo que antes se leyera demasiado, quizás lo que han cambiado son los hábitos de lectura. Los filósofos no producen lecturas apetecibles para los jóvenes de hoy; estos prefieren otros modelos de conducta y pensamiento.
Aquí entran a ocupar un puesto de importancia personalidades invitantes a la libertad, como los cantantes de rock. Sus vidas representan la búsqueda de sentido personal que estos tiempos requiere.
Música en español e inglés ocupan la atención. El poeta es cada vez menos escuchado, mientras el roquero genera la euforia entre las jóvenes usando el poder de la palabra. Unos cantantes lo aprovechan mejor que otros. Se ganan la vida cantando en el libre mercado, como productos de su propio deseo y de las ocurrencias de los productores.
La música acompaña al lírico, que invita a una libertad sin compromisos, moderna, avanzada. Él es el centro y las fanáticas son la energía que el mueve y atrae. Drogas sexo y rock and roll es el eslogan oficial. El que crea poder hacerlo mejor sin caer en lo que “debe ser un roquero” se las ve difícil; no solo debe hacerse oír, también se debe ver y tener ciertos detalles que le convertirán en estrella.
Primer acercamiento
Haul toma un sorbo de su trago. Está al fondo del lugar, un bar oscuro, con humo en el aire y blues reverberando en las paredes. Está acompañado de tres mujeres y dos de los integrantes de su grupo. Bebe Jack Daniels y Coca cola, la nariz le gotea, se limpia con una servilleta. Mira a las chicas sonrientes y simpáticas, pero él sabe cosas que los demás se niegan a ver, después de todo él tiene una ventaja, es como el filósofo que observa sabiamente: esas chicas no son felices, están ahí por el ambiente, por las drogas, por unas sonrisas fruto de comentarios rápidos e inteligentes de Haul. Él lo sabe y le entristece, pero no tiene tiempo de pensarlo a fondo.
Aunque permanezca siempre a flote en su conciencia ese usarse mutuamente, él sabe que es un maldito afortunado, one lucky motherfucker.
El ambiente promete una buena noche de diversión, llegan un par de chicas más, buscan un trago gratis, una noche feliz. Se imaginan un gran polvo demencial e interminable. Se sientan, Haul se levanta, va al baño, se huele un gramo con una llave.
La noche es joven, son apenas las doce. El cuerpo es joven y aún falta mucho para que pase la factura. Un metro ochenta, ochenta kilos. Las chicas lo buscan, y siempre tiene una hermosa mujer lista para movérselo. Tiene casa en La Nevera, Miami y en Bellaquería. No es una superestrella como los norteamericanos, pero vive bien, de gira en gira, de fiesta en fiesta, entre atardeceres humeantes y amaneceres orgiásticos (o eso intenta). Es triste algunas veces esa vida de no desintoxicarse nunca, pero muy bueno otras, por que puede seguir de juerga y pasarla bien, como un héroe al que todos los jóvenes inconformes desean parecerse. Es una piedra energética o mística que fortalece el ego.
Regresa del baño, termina su trago, es hora de moverse, hora de dar una vuelta por la ciudad. El carro no lo manejará él. Alguien le llevará por las calles en otra noche agradable de esta ciudad que de día es sofocante. Nadie da un centavo por saber que dentro del coche van ellos, fumando hierba, riendo en voz baja, entre los cuellos de las chicas que les acompañan. Tomando esto o lo otro, pasándolo con un trago de cerveza.
Todo un cóctel se lleva a cabo. Es viernes, comienza lo que podría ser una fiesta de tres días: drogas, sexo y rock and roll. Pastillas van, pastillas se pierden tras un trago. Fuman la hierba. Hablan con fuerza y ríen a carcajadas. Se dirigen a un sitio a las afueras de la ciudad donde se reúnen los que más fuman y que están mejor conectados; se arman Jammings y la pasan bien.
Llegan enviajados, elevados como cometas. Bajan del carro riendo, borrachos de sustancias, entrelazados, amagando con caer. Entran y todo cambia, se conforma una banda improvisada. Cantan y la pasan bien, el público sueña ser ellos y disfrutan pensándolo. Cuando la fiesta termina cada cual sigue con su camino, unos con destinos entretenidos, otros con rumbos tranquilos, muchos, camino a otra noche lenta y aburrida.
Rumbo a La Nevera
Son las once y treinta. A las tres sale el vuelo a la capital. Está de drogas hasta la médula, pero feliz. Sale al balcón, hace calor, enciende un “joint de la mejor hierba de la sierra”. Mira dentro del cuarto a través de sus anteojos oscuros, una mujer desconocida yace en la cama medio envuelta en las sábanas.
La vida se repite, ¿cuantas mañanas así? Siente que debe escribir sobre esto, pero no aún; debe disfrutar la vida, no siempre será joven. No siempre será así. Mira hacia la piscina del hotel donde están los otros roqueros, sosteniendo sus cuerpos con los codos en el borde de la piscina. Detrás de los lentes oscuros sus cerebros intentan conectarse de nuevo a la realidad, lo suficiente para comer algo y coordinar diálogos breves.
Un día aquí, un día allá. Una calada profunda. Sin camisa, en boxers. Piensa una estrofa: “Casi treinta, una chica en la cama, el futuro sobre mis hombros, debo buscar algo más, no soy un dios, ni un demonio, soy yo, Haul de siempre, sin remedio, pero humano. ¡Hauling the World!”
Lo repite un par de veces, no lo escribe, cree no olvidarlo. “Luego lo escribo”, piensa. Termina el porro mirándolo antes de la última calada, como queriendo que no se termine.
En un par de horas estará en otro lado. Otro clima, otras mujeres, otro hablar, otro pensar. Entra a la ducha. Cuando sale, la chica no está, no tiene mas de veintidós años, “Está muy buena”, le había dicho al baterista la noche anterior.
El vuelo sale puntual y sin quitarse los lentes oscuros sube al avión. Las pastillas le estallan en la materia gris mientras se acomoda en el asiento, que ahora le parece un sofá-cama. Dos horas de limbo le esperan, de ahí seguro saldrá alguna frase, alguna idea para una nueva canción. En el video mental lo sigue una marcha de locos drogadictos que grita:
-¡Directo al infierno!
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Héroes Decadentes es un libro de cuentos de Francesco Vitola Rognini, autor de Hambre de Caza (novela de libre descarga en Editorial Miliniviernos). Todos los domingo hacemos una entrega de cada uno de los cuentos, y al final recogeremos todos ellos, lo que dará como resultado un nuevo libro digital de libre descarga.
Hasta la fecha hemos publicado, Frost, el payaso estrella , Golpea y Corre, El idealismo no sirve para una mierda , Otro Borracho que no puede olvidar , Centro Comunitario Ratzinger y el prólogo de J. J. Junieles: Este hambriento corazón