El Biblioburro, tecnología precaria de alto impacto social.

Luis Hernando Soriano, artífice del Biblioburro, se lamenta de que en el Magdalena no haya ríos, ni siquiera caños, como ese que apesta a la entrada de Bogotá, por el calor que hace en esta región. Calor que sobrepasa los 40 grados. «Yo soy tan blanco como tú», me dice, tal vez para hacerme una idea del intenso calor y los fuertes rayos de sol que debe soportar en sus jornadas cotidianas, que le han generado un bronceado característico de la zona de donde proviene.

El colombiano ejemplar, en cultura, del año 2013 por El colombiano, agradece a Dios por su vocación como maestro. Yo lo veo como una encarnación  del sueño de Ray Bradbury, en Fahrenheit 451, pues Soriano ha encontrado la manera de preservar la memoria y sabiduría contenida en los libros, a través de sus burros que ofician de bibliotecas itinerantes.

Considero una verdadera lástima que Soriano no haya compartido su experiencia con Bradbury. Quizá habría demostrado al famoso autor de FAHRENHEIT 451, como sus especulaciones anti-distópicas tomaban forma en un humilde corregimiento del Magdalena, para demostrar que las historias, las ideas, el relato y el libro nos contrarrestan la brutal realidad del conflicto armado.

Con el recurso del burro, Soriano nos ha comprobado que no se requiere de una hi-tech para tener un alto impacto en el contexto. Con las herramientas que se tienen a mano se puede incidir en una región abriendo la visión del mundo que estas comunidades tenían previamente:

Soriano ofrece el ejemplo de un estudiante que no tenía idea de qué era una página de block.

También nos relata la historia de una anciana que se quedó absorta frente a una enciclopedia que daba la altura de la Torre Eiffel, pues para ella lo más alto del mundo era un árbol de Ceiba.

Aunque la experiencia del Biblioburro se puede calificar como «exitosa», uno después de conocer la historia que motivó esta iniciativa, puede pensar que su éxito es solo un efecto colateral a un proyecto más ambicioso: dotar de textos a quienes carecen de ellos.

La experiencia de la Biblioburro ha sido replicada a nivel mundial: la Bibliollama, y un biblioburro en Francia, el compromiso de Luis H. Soriano sigue siendo con su comunidad, y su mayor mérito es esa atracción por los libros en su comunidad, a ese contexto que él denomina como «realidad macondiana», sin romanticismos, pero como una manera válida de narrativa para expresar las vivencias de una región,  que no obstante, si no se experimenta no se entiende.

Este fue el saludo que Soriano envió a nuestros lectores:

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