Kafka y Colombia, una mirada de Rafael Gutiérrez Girardot a Mario Laserna

Esta semana falleció Mario Laserna Pinzón (París, 21 de agosto de 1923 – Ibagué, 16 de julio de 2013), reconocido como fundador de La Universidad de Los Andes.  Les ofrecemos un retrato de esta «personalidad  coleóptero colombo-kafkense»  tan llorada en los medios, por  Rafael Gutiérrez Girardot, un intelectual, quien  haciendo  honor a este título resultaba  tan incómodo para el poder.  Este texto se publicó recientemente en la selección de textos de Gutiérrez Girardot en el número dedicado a su memoria por la  Revista Aquelarre de la Universidad del Tolima . En este enlace se puede leer la revista en su totalidad: RFG en Aquelarre

laserna

Kafka y Colombia*

Rafael Gutiérrez Girardot

En el año de 1915 apareció la narración de Franz Kafka que le abrió las puertas de la fama internacional: La Metamorfosis. Tras el título se ocultaba la protesta alegórica del hijo débil contra el robusto y autoritario padre. Cuatro años antes, en el año del Señor de 1911, en la lejana República de Colombia un doctor gris fundó el diario El Tiempo,  que en el curso de los años habría de sufrir, como su fundador, la metamorfosis. Fue una peculiar variación de la que  cuenta Kafka. El entonces doctor gris y su diario se convirtieron en un robusto y autoritario padre de la inerme República. Y como buen pater familias, en vez de convertir a sus hijos, como lo hizo el padre de Kafka, en insectos, convirtió a insectos alegóricos en personalidades. En los 78 años de ejercicio de su autoridad paterna, la Casa ha beneficiado a tal número de menores de razón y verdad que podría inaugurar un museo digno de competir con las más ricas colecciones de coleópteros del mundo. Ninguna de ellas, ni siquiera la que hizo famoso entre los zoólogos del mundo al ensayista y novelista Ernst Jünger, tiene especímenes tan raros como los que podría presentar la Casa: el coleóptero colombo-kafkense, es decir, un coleóptero que tiene, como Jano, dos caras, y dos cuerpos, un Gregorio Samsa que mantiene en permanente estado de indecisión el proceso de la metamorfosis, que es a la vez Samsa antes y después del acontecimiento, un permanente devenir, o dicho con términos técnicos, un coleóptero-en-el-tiempo. El devenir -o la indecisión- es una característica esencial de esta especie colombo-kafkense. Como es lo uno y lo otro o, más exactamente, como no es ni lo uno ni lo otro, su ser-en-el-tiempo se determina mediante la “inflación” -no en el sentido económico de la palabra-. Inflación, en este sentido, es Ser-en-El Tiempo. Y en Colombia, quien no es Ser-en-El Tiempo no es.

Pero ¿quién es? Así como hace 78 años el gris doctor y su diario comenzaron a invertir anticipadamente -o “premonitoriamente”, para utilizar un vocablo preferido de la Colombia “protuberantemente” orteguiana-  La Metamorfosis de Kafka, así también ha invertido la Casa un concepto de Heidegger, que éste formuló en 1927: el del “man”, esto es, el impersonal “se” (se dice, se piensa, etc.). El “se” (dice, piensa, etc.) representa la anonimidad… lo que dice “la gente”. No así para la Santa Casa. En el número 27090 de su monárquico Boletín, correspondiente al 13 de noviembre de 1988 -en Colombia es un año de júbilo y esperanza nacionales: se conmemora la fundación de la Universidad de los Andes- se encuentra el más ilustrativo ejemplo de esa inversión del concepto de “man” o “la gente” de Heidegger. En la columna titulada Gente aparece una fotografía de uno de los filósofos e historiadores, políticos e internacionalistas colombianos más desconocido en el mundo científico e intelectual del Occidente, el doctor Mario Laserna. En la comunidad científica e intelectual internacional es un “man”, es de “la gente”. Pero en virtud de las artes de inversión que maneja la Santa Casa, este miembro de “la gente” se convierte en una personalidad internacional. Sólo a él le ha tocado, al parecer, gozar el privilegio de cenar con J. Carter antes de que fuera presidente. Y como si el haber estado cerca de esta reliquia fuera poco, sólo él, al parecer, fue designado por la Divina Providencia a cazar con Giscard cuando era presidente francés. Es evidente, sin duda alguna, que la Santa Casa o su informante ignoran voluntariamente el hecho de que Giscard, como dice familiarmente el mago redactor, invitaba a cazar una vez al año a todos los embajadores acreditados en Francia, y naturalmente, también a Mario, no, como sugiere el columnista, sólo a Mario. De seguir esa lógica, cualquier monja o feligrés colombiano que haya asistido a una misa celebrada por el Papa en la Plaza de San Pedro podría publicar la noticia -en la leída página social, pagada si no es amigo de la Monarquía- siguiente: “Sor Corazón de la Sangre – o doña Patricia Arias de Knutter- regresó ayer de Roma, en donde pasó una hora y media orando con el Papa”.

Pero la Casa o su informante no sólo se ha especializado en comunicar verdades recortadas. En el caso del doctor Mario Laserna, la Casa o su informante ha desarrollado un método de indiferencia que podría llamarse: “cómo sacarle sangre a un retrato” o, más exactamente: cómo convertir a un retrato en tierra y abono de un árbol. Del retrato de Einstein con Laserna (de Alberto con Mario, para los iniciados, para la “inmensa minoría”) la Santa Casa o su informante ha sacado un árbol: su tronco es el libro de Filosofía de la historia que Alberto estaba escribiendo con Mario cuando el copensador de Mario murió: su copa son las decenas de cartas inéditas que Alberto escribió a Mario.

Para desgracia de Mario, de la Santa Casa y de la fama científica internacional de esta golpeada República, es precisamente este árbol el que confirma el hecho de que el doctor Mario Laserna es absolutamente desconocido no sólo en la comunidad científica e intelectual internacional, sino sobre todo en los círculos de discípulos, compañeros supervivientes y especialistas en su “íntimo amigo”. En su beneficio cabría suponer que Mario, dotado de una imaginación productiva y de un sentido para el negocio, confundió, posiblemente en alguna pesadilla, al físico judío-alemán Alberto con el hombre de Estado colombo-norteamericano Alberto, al premio Nobel de Física Alberto con el Alberto anti-premio, pues le tocó gobernar a un país que le quedaba “chiquito”, es decir, que le quedó “cuellón” al país o, lo que es lo mismo, que fue un anti-premio, naturalmente inmerecido. Sin embargo, la posible pesadilla no explica del todo la colaboración que Alberto prestó a Mario en la redacción de un libro sobre Filosofía de la historia. En dónde se encuentra ese fragmento de libro: ¿en los archivos de Alberto o en los de Mario? Si en los de Alberto, entonces ¿por qué no se lo ha publicado? Porque es muy malo, es decir, ¿porque denota muy claramente el cerebro universal de Mario? ¿O porque no se conserva en esos archivos, posibilidad poco plausible? ¿O porque no existe? Y si existe y entonces tiene que conservarse en los archivos de Mario, ¿por qué no lo ha publicado? Es un misterio. Pues una persona inteligente como Mario, fundador de la Universidad a la que Colombia y las empresas le deben sus asesores y directores más modernos y sólidos, jugador de tejo, posiblemente experto en aguardiente, en cuchucos, brevas, aguapanelas, mazamorras y arepas del afortunado departamento que lo vio nacer; este hombre que “se las conoce todas” o, como se dice en una de las lenguas que él domina, c‘est a dire, el German, “lavado con todas las aguas”, sabe de sobra que un libro inédito que lleve aunque sólo sea entre líneas de un personaje, puede convertirse en un “bestseller”. Y si el fragmento del libro es malo, basta recordar las novelas de Isabel Allende para comprobar el poder mágico que ejerce un nombre. Isabel Allende es García Márquez pasado por un bidé, pero dorada con el áurea del presidente que sucumbió a los temores del Hermano Grande y a las impaciencias concomitantes de ciertas “izquierdas”. Aunque Mario Laserna -o Mario, simplemente, para sus amigos como Alberto E.- es menos prolífico que la Scherazada chilena, no hay motivo alguno por el cual el exrector de la Universidad Nacional se sirva de un procedimiento semejante. Nadie en el mundo científico e intelectual del Occidente y del Oriente sabe quién es y qué significa científica e intelectualmente Mario Laserna. En este sentido, Mario Laserna se asemeja a Isabel Allende antes de la muerte de Salvador Allende. Pero este estado puede experimentar metamorfosis. La muerte de Salvador Allende facilitó la metamorfosis de Isabel Allende en escritora de fama internacional. La muerte de Alberto E. también facilitó a Mario Laserna la metamorfosis que en él puso en marcha la Santa Casa. Si Isabel Allende fue pariente del presidente sacrificado, ¿por qué no habría de gozar de esos beneficios familiares quien fue “íntimo amigo” de Alberto E? El fragmento del libro sobre Filosofía de la historia podría publicarse sin necesidad de poner de relieve la íntima amistad que unió a Mario con Alberto. Como en el caso de Adorno y Horkheimer, en el de Einstein y Laserna salta a la vista. Eso, naturalmente, siempre y cuando exista ese fragmento…

En la Conjuración de Catilina observó Salustio -quien no es, como hubiera supuesto el arquitecto del equipo capitaneado por el hombre de Estado, el mayordomo de alguna hacienda sabanera-: “Desde hace mucho tiempo hemos desaprendido a llamar las cosas por su nombre: obsequiar el bien ajeno se llama generosidad; audacia para obrar malvadamente se llama gallardía. Por eso, la República se encuentra al borde del abismo”. Salustio hubiera podido agregar: convertir a coleópteros alegóricos en Gente se llama Seren-El-Tiempo.

* Esta réplica de R.G.G. al artículo de “El Tiempo” titulado “Mario Laserna. Al estilo enciclopédico” se publicó en el extinto diario “La Prensa” de Bogotá el martes 10 de enero de 1989, pág. 7. El escrito sobre Laserna había aparecido publicado en el periódico “El Tiempo” el domingo 13 de noviembre de 1988, pág. 2 de la sección A. Lo transcribimos seguidamente en su integridad:

“Era amigo íntimo de Einstein, uno de los grandes sabios del mundo. Ha cenado con Jimmy Carter cuando todavía no era presidente de Estados Unidos y ha cazado con Giscard, cuando lo era en Francia. Domina el inglés, el francés y el alemán al punto de dar conferencias sin intérpretes en las grandes universidades del mundo. Y eso sobre temas científicos, de historia, de sociología, de filosofía…
“Ese personaje, nacido en 1923, se puede encontrar en cualquier cancha de tejo, o en uno de esos restaurantes para
camioneros tomando changua o comiendo morcillas. Se viste de manera descomplicada y es capaz de viajar en mula o en tractomula.
“Esa flexibilidad se la heredó a su padre, un antioqueño pobre de Marinilla, que vendía dulces y bizcochos en la plaza
pública, y contrataba montañeros para llevarle mulas hasta Ibagué.
“Ese paisa, convertido en prospero negociante, fue el mismo que compró el Teatro Real en Bogotá para poder ver todas las películas mexicanas que llegaban al país.

Mario Laserna, uno de sus siete hijos, también le heredó su excentricidad: llegaba al Gimnasio Moderno tirando una
babilla. Luego estudió Derecho en la Universidad del Rosario, Matemáticas en la Universidad de Columbia en Nueva
York y Física en Princeton.
“Fue allí donde se hizo amigo de Einstein. Con él comenzó a escribir un libro sobre la Filosofía de la Historia. Einstein
murió antes de que concluyeran. Pero Laserna es el único colombiano que tiene, además, decenas de cartas inéditas del
físico más famoso de este siglo.
“También es uno de los raros coleccionistas de obras de arte colonial de los siglos XVII y XVIII. Eso le apasiona como el
personaje Bolívar del cual es uno de sus especialistas.
“Optimista y buen vividor, Mario Laserna le ha jalado a todo lo que le ha salido. Y le han salido muchas cosas: ha sido
editor de periódicos, torero de vaquillas, jugador de billar y de tenis, ciclista de esos que viajan desde Oxford hasta París,
ganadero e industrial, concejal de Bogotá, embajador de Colombia en París y ahora en Viena… Conservador y buen
creyente sí sigue siendo.
“Este miércoles la Universidad de los Andes cumple 40 años. Él fue su inspirador y estuvo entre el grupo que la fundó.”

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