La crítica de Trotski a los anarquistas españoles
¿Por qué actúa la gente como si la guerra y la muerte no fueran naturales? Lo que no es natural es vivir toda la vida sin levantar jamás la mano en un gesto de violencia.
Los Susurros Divinos de Han Quing-jao.
Los hijos de la mente. Orson Scott Card
Trotski en su texto «Lección de España; última advertencia», de 1937, acusa a los grupos Republicanos aliados con El Frente Popular de complicidad con las facciones burguesas, de favorecer los intereses de Franco, tomar una postura ambigua, en últimas contrarrevolucionaria y, sobre todo, acusa a los grupos anarquistas de no haber aprovechado la toma de poder cuando estuvo a su alcance.
Esta crítica despiadada al papel de los anarquistas lo exhorta a calificarlos de repugnantes pequeños burócratas, inútiles incluso para el sistema que favorecían: «Renunciar a la conquista de poder, es dejárselo voluntariamente a los que lo tienen, a los explotadores. El fondo de toda revolución ha consistido y consiste en llevar a una nueva clase al poder, dándole así todas las posibilidades de realizar su programa·»
En este sentido, el pensamiento de Trotski está más acorde con el del historiador italiano Enzo Traverso cuando este considera el rol decisivo de los partisanos en las guerras civiles: «En una guerra civil, no es la ‘zona gris’ sino las minorías activas quienes deciden. Los partisanos se encuentran frente a elecciones difíciles. Su ‘ética de la convicción’ los incita a la acción.»
Renunciar al poder como una manera de ser ‘apolítico’ es apoyar la contrarrevolución en contra de una clase oprimida. De esta manera la crítica de Trotski es lúcida, situándolo al lado de un pensador como Carl Schmitt quien aborrecía las supuestas posturas liberales que se tildaban de neutrales, cuando para él no existía nada más político que la posición autollamada ‘apolítica’.