Hijos de Maro (octava entrega)

Por Enrique Pagella

A continuación, la octava entrega de la novela «Hijos de Maro», si no has leído algún episodio anterior, haz click en los títulos:

Séptima entrega

Sexta entrega

Quinta entrega

Cuarta entrega

Tercera entrega

Segunda entrega

Primera entrega

Carta de Roberto Ruppi

De mi mayor consideración:

Como deben saber los que leyeron la última entrega de «Hijos de Maro», soy quien está a cargo de EP mientras se encuentre en estado de singularidad.  Con la ayuda de sus amigos DS, musicoterapeuta y actor, y AFE, escritor, abogado y periodista cultural, estamos no sólo protegiendo a EP y a su primera y extrañísima novela de posibles intrusiones sino que también estamos estudiando la singularidad en que se ha transformado. Próximamente se sumará el prestigioso neurólogo y psicólogo ecuatoriano, Oliverio Zacarías, de amplia experiencia en el estudio del sueño y sus patologías.

Pueden llamarme Garzo. Así me llamaban mis amigos, que están todos bien muertos, tan muertos como Wittgenstein, el único filósofo que ha valido la pena desde Platón, que vaya casualidad también está muerto.

Los grandes filósofos entonces están muertos y los muertos no hacen filosofía, excepto claro está, Vargas Llosa que como filósofo es buen comerciante aunque haya pasado a la fama como escritor, que es lo de menos. En consecuencia, los grandes filósofos no hacen filosofía.

¿Quién hace entonces filosofía?

No sé ni me importa pero me temo – porque un poco me importa aunque ya no sepa porqué – que los que hacemos filosofía somos nosotros, los que no hacemos filosofía y los periodistas, en especial los periodistas deportivos – esto lo digo porque la filosofía viene al caso.

¿Cuál es el caso?

Vamos a tratar de no apurarnos – yo no tengo apuro pero tampoco me sobra el tiempo – porque sospecho que tener apuro esconde un inmanente anhelo de muerte – nada que ver con la pulsión de muerte del siniestro Freud y del escribano de lo simbólico, Lacan. No es que por ir apurado uno quiera morirse. Lo que yo, el viejo Garzo, afirmo es que quien se apura contribuye a «arrugar» el espacio-tiempo. Las manecillas del reloj parecen ir a la misma velocidad pero el lienzo espacio-tiempo se pliega o estira. No sé si los lectores lo saben pero las veinticuatro horas del reloj están rindiendo aproximadamente dieciséis.

En fin, conozco a EP desde que era un niño. Siempre fue un ser humano que desorientó a los demás. No es éste – lo sé – el momento para recorrer su vida o su personalidad pero sí daré cuenta de que a los nueve años desapareció cinco días de la casa de sus padres. Yo trabé relación con esta familia porque era amigo del abuelo de EP, tal vez el mejor jugador de ping pong con el que me haya cruzado en la vida. Tampoco me extenderé en este tópico. Recordaré, sí, que EP desapareció una noche de invierno. Por la mañana su madre se encontró con la cama vacía. No relataré ese sufrimiento y las desesperadas hipótesis que barajaron los padres. Corría el año 1974, Argentina era una sangrienta farsa. El último Perón gobernaba pero el poder era de Lopez Rega, el Brujo. Los militares Nazis, prohijados por EEUU esperaban su momento. La estúpida guerrilla argentina soñaba con la revolución. El horizonte de los sucesos se había dilatado. Todo podía ocurrir. Por ejemplo que EP volviese a aparecer en su cama, como si nada, al quinto día y sin poder decir dónde y con quién había estado.

Pero ya tendremos tiempo de profundizar este suceso y otros, sólo agregaré que, según su madre, EP ya no fue nunca él de antes. «Me lo cambiaron» se quejaba amargamente.

Ahora señalaré algunos descubrimientos que realicé en las sucesivas entregas de Hijos de Maro. Y tienen que ver, exclusivamente, con los llamativos pies de página que vienen acompañando a la novela.

Lo primero que me llamó la atención fue que tanto la primera como la segunda entregas llevasen el mismo pie de página y que en ambas se lea este párrafo: » En el 2009 obtuvo la Beca Guggenheim pero por un error administrativo ya que Enrique no hizo ninguna presentación «

Pensé que se trataba de un simple error de tipeo porque la «boutade» – para no llamarlo «affaire» – de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation no ocurrió en el 2009 sino en el 2011. Lo sé porque yo estaba en Buenos Aires con EP cuando recibió la inesperada comunicación. Pero mi asombro se expandió cuando me topo con esta información en el pié de página de la séptima entrega: » La voz de Snuflk Karlto surgió en la mente de EP hace cuatro meses, una semana después de que la Fundación Guggenheim le otorgara por error su prestigiosa beca. Ya hemos consignado que la Fundación, pasmada por semejante dislate, decidió «premiar» la honestidad de EP, y su recato, con mil dólares».

Es decir, en este pie de página el error de la Fundación Guggenheim se produce en el 2012, suceso absolutamente imposible no sólo porque yo puedo dar fe de ello sino porque dicha Fundación ha suspendido las becas 2012 para América Latina y el Caribe.

El otro desajuste saliente lo constituye el hecho de que en ambos pie de página, los de la primera y segunda entregas, se lee lo siguiente: «…donde comenzó a escribir “Hijos de Maro”, cuya primera entrega publica hoy Milinviernos«. O sea: ambas entregas figuran como primeras.

Al principio supuse que se trataba de un error de edición y esperé una fe de erratas para la tercera entrega pero nada de ello sucedió. Por el contrario, me encuentro con otro desliz: » Con Hijos de Maro, absolutamente dictada por niños, el lector no sólo deberá estar atento a la trama sino también al capricho de los infantes. El autor no sabe, a ciencia cierta, cuando será abandonado por esas voces que escriben en su sueño».

Tampoco me inmiscuiré ahora con la génesis de las voces que escucha en sueños EP desde adolescente pero despejaré las dudas que siembra el párrafo recién citado. La voz de Snuflk Karlto es la única voz que dicta Hijos de Maro y surgió por primera vez, cuatro meses antes de la séptima entrega, como bien se informa en el correspondiente pie de página, precisamente el 12 de abril de este año.

Para este momento, mi suposición pasó del involuntario error a la torpeza y desidia de los editores de Mil Inviernos. Esperé entonces la cuarta entrega. Quería ver si estos fogosos muchachitos advertían los imperdonables desajustes. Y me pareció que así lo habían hecho porque no detecté ninguno. Persistía, en cambio, el mismo estilo travieso, que insistía en ridiculizar al autor, lo que supuse un guiño entre los editores y el escritor, un juego de jóvenes machos intelectuales. También se informaba, y sin exactitudes, la mixtura de idiomas en las que habla Snuflk Karlto, al que se lo cita por primera vez.

En la quinta entrega el pie de página informa: «Enrique Pagella, el autor de esta novela por entregas, yace en un profundo estado de sueño parlante desde la semana pasada. Internado en una clínica de alta complejidad de Gualeguaychú, recibe suero y no para de hablar con una voz que no le pertenece». Y la información es otra vez precisa. EP fue internado el lunes 23 de julio, un día después de la cuarta entrega, por su amigo DS, con quien hablé telefónicamente el 29 de julio, ya que tenía en su poder el teléfono celular de EP. Pobre muchacho, estaba desorientado. Sus palabras se tropezaban entre sí y parecían hacerse añicos en el aire. En un momento de la conversación lo supuse drogado. Cuando quiso darme su parecer se enredó en una explicación que no pude comprender. Abundaba en conceptos que se contradecían. Pero de inmediato descubrí la razón del descontrol. DS conocía a EP como actor y clown. Y si bien habían firmado una divertidísima obra de teatro juntos, EP jamás le contó que escribía incesantemente desde la adolescencia y menos aún que jamás había podido terminar nada, razón por la cual tampoco había intentado publicar. Hacía tiempo que EP había dejado de hablar de sus escritos, ni siquiera a su mujer le leía sus pequeños relatos truncos, sus poemas escritos de una sentada, los capítulos de sus novelas inconclusas. Ya ni siquiera le contaba a su mujer las voces que soñaba por la noche, por lo menos hasta que empezó a repetir lo que le dicta Snuflk Karlto. Creo que a pesar de seguir escribiendo se sentía derrotado y con esa derrota construyó el clown en que se transformó. La literatura había pasado a ser una actividad secreta. Por eso DS se encontraba desequilibrado, al llegar a Gualeguaychú se encontró con que su amigo se había transformado en una onírica máquina de narrar que no sólo DS no comprendía sino que los médicos de la clínica tampoco, del mismo modo que todos los profesionales que EP había consultado durante los últimos dos años.

Pero en la sexta entrega, el pie de página vuelve a las andadas. Los primeros tres párrafos no tienen desperdicio: «Enrique Pagella. El autor de esta novela por entregas, del que ya hemos dado información en estos pies de página, abandonó la clínica de la ciudad de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, en la que estaba internado para pasar a la clandestinidad.

El traslado, realizado ayer en horas de la madrugada,  obedeció a la evaluación realizada de la situación por parte de David Solana, amigo íntimo de Enrique, Músicoterapeuta y actor, a cargo de su internación y de la grabación y degrabación de los textos – Hijos de Maro – que hace más de dos semanas le dicta, ininterrumpidamente,  Snuflk Karlto, la voz de su prolongado sueño, voz de un supuesto niño vikingo-guaraní del 900 de nuestra era.

La medida fue consensuada la semana pasada con el enviado de Mil Inviernos, Andrés Felipe Escovar, que rumbo a Asunción, Paraguay, hizo un desvío en su camino para hacerse de las degrabaciones de Hijos de Maro

Bien, en el primer párrafo no hay imprecisión alguna, excepto el uso de la palabra «clandestinidad», que le da al asunto ribetes ilegales cuando en apariencia no los tiene. En el segundo párrafo se informa acerca del traslado, que en efecto ocurrió el 4 de agosto, un día antes de la sexta entrega, y a continuación se afirma que la voz del niño vikingo-guaraní le dicta » ininterrumpidamente «»Hijos de Maro» desde hace dos semanas, es decir desde el 22 de Julio, día de la cuarta entrega, un día antes de la internación en Gualeguaychú. Dato a todas luces inexacto porque ni siquiera ahora EP, que está en un profundo trance que muchos médicos confundirían con un coma, sueña sin solución de continuidad – come y hace sus necesidades fisiológicas en estado de sonambulismo. En su momento supuse que cabía la posibilidad de que la frase hiciera referencia al lapso de tiempo que llevaba ya sonando esa voz en los sueños de EP, cosa todavía más falsa porque como ya vimos, la voz apareció el 12 de abril de este año. Y en el tercer párrafo nos encontramos con que la decisión de abandonar la clínica fue consensuada por DS y AFE «la semana pasada» cuando en realidad se les impuso el mismo día de la visita de los jóvenes que aseveraron estar sufriendo lo mismo que EP, es decir, el 3 de agosto, un día antes del traslado.

En este mismo pie de página se da a conocer la irrupción en la clínica de Madame Tara, hecho ocurrido dos días antes, es decir, el primero de Agosto, y aquí no encuentro ninguna imprecisión. De esta señora ya me ocuparé en su momento porque mucho más importante me parece la aparición de los dos norteamericanos que decían representar a una ignota universidad de EEUU. De este suceso no tenemos una fecha exacta porque DS, que se hallaba bajo el influjo de un constante consumo de cocaína y marihuana – en la clínica no la podía fumar, por eso la comía -, era el único acompañante de EP y, claro está, no pudo ofrecerme un dato preciso, por lo que debemos contentarnos con ubicar el acontecimiento entre el 23 y el 27 de agosto. En descargo de DS diré que son muy pocas las personas que rechazan una oferta económica como la que le propusieron estos yanquis. Drogado y todo, DS es una de las personas más nobles con las que me he topado en mi vida. Por eso lo quiero en mi equipo.

Finalmente haré referencia a la última entrega, la más extraña de todas. Ya he señalado que es absolutamente falsa e imposible la fecha que da para el surgimiento de la voz del niño vikingo-guaraní en los sueños de EP.  También es falsa esta información: «Ya hemos dejado constancia también de que fue la mujer de EP quien le informó de este comportamiento, él de hablar dormido, debido a lo cual se hizo de dos grabadores digitales de voz con los que puede registrar cientos de horas «. En ninguno de los pie de página anteriores se hace referencia a la mujer de EP si bien es cierto que ella fue la que le hizo saber que hablaba en sueños.

El resto de la data que se vierte es bastante precisa pero con una maravillosa salvedad. Quiero aclarar que yo no leí la séptima entrega el día que la subieron a Mil Inviernos, sino el día después, el 13 de Agosto, cuando me hice cargo de EP en su «escondite». Recuerdo que lo primero que hice fue soltarle a AFE un discurso punitivo, señalándole todos los errores que había encontrado en los sucesivos pié de páginas. La respuesta de AFE me dejó helado. «Nosotros no escribimos ningún pié de página, todos los ha escrito EP».

Fue entonces que vislumbré hacia donde se estaba desmadrando la corriente de los acontecimientos. Absorto encendí mi notebook, dispuesto a leer la séptima entrega, en especial el pié de página, mientras AFE me pedía permiso para mencionar mi nombre en una crónica del asunto que estaba preparando con Luis Cermeño. Allí le solté otro discurso punitivo a AFE que se fue poniendo pálido, debido a lo cual le pregunté si estaba viendo un fantasma. Su respuesta volvió a helarme la sangre: «Me acabas de decir lo mismo que ha escrito EP en el pie de página». Acto seguido leí como un poseso toda la entrega y ya sin palabras, cansado y un tanto confuso me acosté en la cucheta que DS me había preparado para que durmiera al lado de mi querido EP. Necesitaba dormir porque yo pienso dormido. A continuación traduzco, lo que pensé. Para quién sepa leer quizá le ilumine un poco estos extraños sucesos – lo digo porque me aún me sorprende que ningún lector ni los editores hayan notado todos los yerros que he compendiado en esta carta.

Morirse tiene mucho de costumbre y la costumbre es un megasoftware. Un gran programa que está preparado para autotransformarse – es una de sus prestaciones más exclusivas. También se lo puede transformar como usuario avanzado a condición de conocer programación y quienes conocen la programación humana no son esos hechiceros de la palabra, los psicólogos, sino los jodidos filósofos, que están todos muertos y de los que sólo nos quedan libros en pésimas y taimadas ediciones que algunos sobamos con la esperanza de que la filosofía nos permita autoprogramarnos. Quienes lo hemos logrado somos los verdaderos filósofos y puedo dar fe de que existen auténticos filósofos que nunca han leído un libro.

Los genetistas creen que trabajan con el software y se equivocan. Confunden la programación del hardware con la del programa. Pero no me meteré con ellos, son la mafia en ciernes, trabajan para el complejo científico-militar que está tras el bluf de la globalización.

Eso ya lo sabía muy bien – lo de la programación – el excesivo: Nietzsche. Y lo decía en flagrante anacronismo. Decía que la filosofía tiene que crear valores o sea: programar – que no es otra cosa que crear valores,  los verdaderos activadores y validadores de las funciones. Las funciones son las prestaciones, lo que se puede hacer, lo posible. Y es el lenguaje la esencia de lo posible. Por eso lo imposible siempre tiene que ver con otro lenguaje, no con otros significados. La distinción de lo real entonces no debería pasar por los verdaderos y los falsos de la lógica sino por los posibles y los imposibles, es decir, aquello que dicta la voluntad de poder, la programadora, que no es tan simple de comprender como tampoco es simple de comprender el eterno retorno, que tiene mucho que ver con la escritura y la publicación de la novela de mi hijo putativo, EP.

En fin, el filólogo devenido filósofo, aunque en verdad era poeta, se equivocó con el lenguaje y colapsó. Ni la poesía ni el aforismo resultan eficaces a la hora de crear valores – ninguna relación con la moral o con la ética sino con la estética pero con una estética exacta, precisa, porque los valores y sus combinaciones activan las funciones, y esa estética precisa sólo la puede dar el lenguaje, la lógica del lenguaje.

Ahora bien, si los filósofos están muertos, entonces ¿quién programa?: los medios y la publicidad, que usan el lenguaje muy mal pero absolutamente adrede: Encriptan valores como nadie: ¿Qué querrá decir el diario cuando titula «El jugador X pegó dos gritos»? – EP ha realizado un gran análisis del discurso de los periodistas deportivos de su país, Argentina, en él que descubre que entraman una postura filosófica poderosísima, responsable de la forma de pensar de la mayor parte de la población.

Pues bien: Escasean los filósofos en los medios pero presiento que a todo comunicador le llegará su Wittgenstein algún día. Los que sí sobran son los profesores de filosofía, de los cuales sólo algunos tienen el tupé de llamarse filósofos pero lo que en verdad hacen es periodismo, además de dictar clases. Periodismo y del malo porque se limitan a opinar, claro que también se comprometen con la realidad, escriben libritos y hasta militan en política. Hay de todos los colores y pelambres. Muchos están en la TV y ponen cara seria, llevan barba de tres días siempre y alguna que otra cuidada esquirla de desapego, y no molestan a nadie. Ya no frecuentan los grandes temas. Se han especializado; piensan apenas una pequeña parcela del saber y lo hacen porque tienen que dar clase o defender las ideas de su jefe. Bah:

Sé que algunos se estarán preguntando a qué viene la maldita verbosidad de este viejo indigno. Pues váyanse a hacer puñetas y vuelvan, a ver si laxos pueden leer más de tres párrafos, porque les aviso que no se las voy a hacer fácil; he tomado el control del asunto y lo llevaré al final. Y si aún así les persisten las preguntas pues váyanse a la mierda, lisa y llanamente.

No estoy apurado. Tampoco me sobra el tiempo.

Aun así no voy al punto porque antes haré una revelación. A los viejos malos como yo nos gusta jugar con valores porque de esa manera se puede manipular por completo a los hombres. Este aserto no es la revelación sino una advertencia.

La revelación pues: muchas veces nos ocurre que buscamos algo y no lo hallamos, que lo buscamos y rebuscamos durante horas enteras, maldiciendo al universo, abrigando sospechas fantásticas acerca de su actual materialidad y más aún: de su misma existencia. Pero basta con dejar de buscarlo para que aparezca o para que la percepción de su existencia la haga otro, allí, remarcándola con el dedo.

Maldita sean las singularidades que involuntariamente creamos cuando entramos en ciertos estados energéticos. Nuestra conciencia puede hacer colisionar ondas que provoquen pequeñas singularidades domésticas cuyo vehemente horizonte de sucesos engulla, y sólo para nosotros, la cosa «activada» por nuestra búsqueda. Pero como somos mentalmente débiles nos resulta imposible controlar este tipo de acontecimientos.

Algo así ocurre con la muerte. Desde que al hombre se le dio por hablar no dejó de reflexionar en torno a la  muerte. Sucede que tras su horizonte de sucesos, que es él de la vida, sospechamos el peor infierno para el ego humano: la inexistencia. Invito al lector a que trate de imaginar la nada; ese jueguito adolescente; esa utopía taoísta. Podrá sentir un vértigo que lo desnaturaliza y al que hemos convenido en llamar «angustia». La angustia del no ser en el ser – acecha Sartre, su ser y su nada. A ese cara de sapo vapuleado, príncipe de la existencia, le gustaba sentir el rumor de los billetes al meter las manos en los bolsillos.

Pero lo que importa es esa «angustia», la de Kierkegaard, y su correlato negativo, el «aburrimiento», él de Pascal. A ellos les debemos la cinética de la voluntad de poder, la gran creadora de las religiones y las artes, de la filosofía y las ciencias, en fin, de casi toda nuestra cultura. Imagínense la energía generada por tamaña actividad «espiritual» en torno a un único fenómeno, la muerte; imaginen toda las emociones, pensamientos, todo el dolor, todo el trabajo artístico, todo el pensamiento dedicado desde siempre. Debe tratarse de un colosal evento, tan colosal como invisible, un etéreo océano de energía milenaria en torno a un acontecer que concierne a todos los seres vivos y de los únicos del que tenemos plena certeza acerca de su acaecer.

La metáfora más bella jamás escrita de este evento, la acuñó Platón en el Fedro, el cortejo divino, las almas aladas, la idea misma de la belleza, oh: Qué hermosas metáforas.

Me gusta caminar descalzo por los arroyos y recitar fragmentos de ese libro. Sabe a verano ese coro de cigarras. Me gusta jugar a que soy Sócrates, esa singularidad desnuda, ese cruce de mundos paralelos, y manipular la candidez de los Fedros pero soy el viejo Garzo y le digo a Heráclito que hay algo inmutable en los arroyos, y ese algo soy yo, este yo, no mi cuerpo sino yo, el usuario avanzado. Y no me vengan con el puto Borges y el otro, porque Borges fue, singularidad mediante, Homero, un pobre dios ciego, abandonado entre los hombres. Sabe a verano ese rumoroso coral de cigarras. Y como quien dice: me he ido al carajo, que no es una cosa de la edad, de joven también lo hacía.

La revelación: ese maremágnum de energía en torno a la muerte viene provocando desde los albores de la humanidad, singularidades masivas y atomizadas que nos velan el más precioso regalo que nos ha hecho la naturaleza, el dormir, esa reparadora muerte de todos los días. El hombre se ha pasado la vida buscándole una explicación o un después satisfactorio a la muerte sin advertir que dormir es un piadoso simulacro de muerte en donde laten todas las respuestas.

Los desafío a pensar que se mueren hoy por la noche, verán que es una experiencia fundamentalmente agradable. Piensen en todas las variantes que se les ocurra, quedarse dormido en el sillón, en el bus, conduciendo el automóvil, dormirse enfermo, después de haber hecho el amor o en soledad y con pleno dominio de todas las facultades. No teman. Ya saben, siempre supieron estar muertos. Es la nada misma; la reparadora disolución del yo. Despertar es la promesa; despertar una y otra vez hasta ya no poderlo hacer más.

Pero: ¿Qué será, desde esta perspectiva, soñar?

No les daré más lata, pobres seres humanos, ya no pueden concentrar la atención en la lectura. Necesitan tener fragmentada la atención; varias ventanas abiertas a la vez; el chat palpitante en la barra de tareas; el celular presto, pronto a traernos una voz o un texto que reconstituya nuestra débil mismidad. Pero no se fastidien más, se acabaron las meditaciones de este viejo que hoy ocuparon el lugar de la novela de Hijos de Maro, decisión que obedece a la necesidad de tomarnos un tiempo con el objetivo de darle a ese precioso texto el tratamiento que merece.

 

0 Responses to “Hijos de Maro (octava entrega)”

  1. Carolina Sosa says :

    GENIAL

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: