La Jetée por J.G. Ballard

En 1962 salió una cinta de ciencia ficción que no necesitó de un gran despliegue de recursos técnicos ni de sofisticados diseños futuristas para cautivar a su audiencia. Era particularmente perturbadora por su marcado tono melancólico, en un género caracterizado más bien por su tendencia al optimismo. Era La Jetée de Chris Marker (Esta película la puedes ver online en este link: La Jetée), una película construida a partir de fotografías y una voz narradora. Este film cautivó a toda una nueva generación que buscó alternativas para trabajar el género desde nuevos enfoques  para abordar la complejidad humana. Entre ellos, J. G. Ballard, quien sintió una identificación inmediata con la cinta debido, en gran parte, a su experiencia de la guerra en la infancia, en la que conoció los campos  de reclusión en China.

En el prólogo de la edición griega de la autobiografía de Ballard, «Miracles of life», Simon Sellars escribe al respecto:

Quizás Ballard es como el hombre de La Jetée de Chris Marker, un film que admiraba abiertamente, sobre la mutabilidad de la memoria. En La Jetée, el hombre, debido a las peculiaridades de viajar en el tiempo, se entera de que cuando niño había atestiguado su propia muerte. En Miracles, debido a las particularidades de la auto(bio)grafía, Ballard viaja por el tiempo con la revelación subsecuente de que como niño, Lunghua era el mapa de su futuro. Miracles, entonces, reúne a su ser más joven con el hombre viejo, permitiéndole a Ballard mirar otra vez a través de los ojos del joven Jim, observando su propia muerte inevitable con distancia, aún con una visión manifiestamente clara.

Sobre esta película, J. G. Ballard escribió:

La Jetée: de la academia.

Por J.G. Ballard

Esta extraña y poética película, una fusión de ciencia ficción, fábula psicológica y fotomontaje, crea en su particular estilo una serie de imágenes bizarras de paisajes internos del tiempo. Aparte de una breve secuencia de tres segundos – una trémula sonrisa de una mujer joven, un momento de extraordinaria intensidad, como un fragmento del sueño de un niño- los treinta minutos del film están compuestos enteramente de fotografía fija. No obstante, esta sucesión de imágenes desconectadas es un perfecto medio de proyectar las memorias acumuladas  y movimientos a través del tiempo que son el objetivo esencial del film.

Este tema común -el viaje al tiempo- es tratado con una destacable delicadeza e imaginación, sus símbolos y perspectivas continuamente refuerzan el objetivo principal. Ni una vez hace uso de las respetadas convenciones temporales de la ciencia ficción tradicional. Creando sus propias convenciones desde el comienzo, sale triunfal en donde la ciencia ficción invariablemente fracasa.

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