2020: El final de las enfermedades olvidadas
Cada enfermedad es bautizada.Algunas rinden tributo a sus descubridores, otras, son las iniciales de su descripción, casi siempre están hechas en inglés, semejando los códigos secretos de agencias de espionaje. Todas ellas terminan clasificadas por profesionales especializados en epidemias, virus y retrovirus; los criterios para colocarlas en una u otra categoría varían con el presumido avance del conocimiento. Entre esas clases está una especial: las enfermedades olvidadas.
La OMS; entidad dedicada a catalogar, declarar pandemias, endemias y epidemias, ha afirmado que las enfermedades olvidadas son aquellas que azotan a los pobres, marginados y a los países menos favorecidos a nivel económico, lo que equivale a ser pobre y marginado.
El mal de chagas, trasmitido por un insecto que en el cono sur le dicen vinchuca y en el norte de sudamérica pito, es tan exótico como un Maracuyá en un mercado berlinés o un mangostino en una esquina de Londres.
Los epidemiólogos y demás bautistas de enfermedades prosiguen con la recurrente imagen de paraíso olvidado que tiene América cuando se la emparenta más con las Indias Españolas que con Estados Unidos o Canadá.
La mejor manera para dejar de olvidar esas enfermedades es eliminándolas. Así, se ha entendido, por ejemplo, que la pobreza misma ha sido una enfermedad y que la mejor manera de acabarla es esterilizando a los pobres (propuesta que promulga el escritor y opinador Fernando Vallejo).
Para acabar con el olvido, fundaciones como la de los Gates en unión con la OMS y gobiernos como los de Emiratos Árabes, Reino Unido y Estados Unidos han comunicado que plantean erradicar con diez enfermedades olvidadas para 2020. Ese año será el último, en teoría, de un padecimiento con arraigo religioso como la Lepra (Bacilo de Hansen).
Con la lepra eliminada de la faz de la tierra, las nuevas generaciones sentirán maravilla y espanto cuando lean la biblia y encuentren que alguna vez a las personas se le iban cayendo partes de su cuerpo hasta morir. Habitantes de pueblos que fueron fundados como lazaretos, sabrán que el municipio que pisan tiene un origen tan fantástico como el del Imperio Romano o la expulsión de Adán y Eva del paraíso.
Hay un ilustre compositor colombiano, Luis A. Calvo, que fue internado en el lazareto de Colombia (Agua de Dios) y allí compuso muchas canciones para piano, alguien en el futuro se preguntará cómo alguien sin dedos podía ejecutar ese instrumento que parece destinado a manos elegidas. Alguien, en el futuro dirá que Grettel se quedó sin su bacilo de Hansen y los personajes de historias primordiales quedarán un poco más sanos y más solos.